Pies de plomo y mirada corta. El futuro de la cultura tras el confinamiento
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- Oct 20
- 12 mins
Cancelar, aplazar o replantear. Estas han sido las opciones entre las que han debido decidir las iniciativas culturales de Barcelona durante la crisis por la covid-19. Cada proyecto ha escogido su camino, pero todos tienen preocupaciones comunes. Compaginar los formatos digitales y físicos, reencontrarse con el público local y hallar fórmulas para sobrevivir económicamente son algunas de sus prioridades.
Cuando se trata de plantear el futuro, los agentes culturales no dirigen la mirada demasiado lejos del presente. El impacto de la covid-19 aún no ha pasado y, más que imaginar escenarios inalcanzables, el sector destaca la importancia de las acciones que se han llevado a cabo en los últimos meses. Son estas acciones las que marcan el futuro cercano, el cual supone, entre otras preocupaciones, la modificación de las programaciones, el regreso de los créditos que las empresas han necesitado para mantener su actividad desde marzo y la preparación ante un posible repunte.
Todas las personas de distintos entornos culturales con quienes hemos hablado coinciden en recordar que los problemas de la cultura vienen de lejos y que lo único que hace una crisis sanitaria como la actual es evidenciarlos. Las consecuencias del coronavirus no solo ponen de manifiesto la necesidad de afrontar los contratiempos que provoca esta enfermedad, sino que además recalcan la importancia de defender a los artistas, a los gestores y, en general, a las personas que conforman el mundo de la cultura; de ofrecerles buenas condiciones contractuales, de fomentar su labor y, también, de crear un modelo cultural enfocado al vecindario de la ciudad, para que los vecinos y vecinas, que siempre están ahí, los ayuden a superar la pandemia.
Así las cosas, y a partir de ahora, ¿qué es sostenible y qué no lo es para el sector? ¿Cómo afronta la crisis económica cada disciplina? ¿Cómo deben convivir los espacios físicos y los virtuales? ¿Qué exigencias plantean los trabajadores de la cultura a las administraciones, y cómo evalúan las respuestas de las instituciones durante el confinamiento? Se lo preguntamos.
Valentín Roma. Director de La Virreina Centre de la Imatge
En La Virreina, institución museográfica situada en Las Ramblas de Barcelona, la crisis del coronavirus los ha cogido en pleno aniversario: “Cumplimos 40 años y nuestra idea era reforzar la línea editorial”, explica Valentín Roma. El director especifica que han podido mantener la programación expositiva pero que, a raíz de la covid-19, han “incrementado los libros y reducido los cursos y conferencias”. Según Roma, a pesar de que la intención de La Virreina ya era reflexionar sobre el lugar que ocupa en la esfera pública, ha llegado el momento de que todas las instituciones hagan lo mismo, sobre todo teniendo en cuenta que el éxito de las iniciativas culturales ya no se podrá medir en función del número de personas que las visite: “Viene una época en la que todos deberemos desarrollar una relación más compleja con las instituciones”, un hecho que irá más ligado al aumento del público local y la bajada del visitante turista. “Iremos a los museos con más consciencia, menos empachados por una dinámica de ocio acrítico, y la equidistancia institucional penalizará”. Según Roma, los espacios pequeños y modulables podrán afrontar mejor los contratiempos del futuro, otro motivo para afirmar que “se acercan tiempos de una complejidad esperanzadora”.
Maria Sevilla. Poeta y coprogramadora de Horiginal
Horiginal, punto de encuentro de la poesía barcelonesa, canceló toda su programación y no ha vuelto hasta septiembre. Desde el mes de marzo, solo ha llevado a cabo una acción, en la víspera de Sant Jordi. “La gente estaba perdiendo empleo, amigos y familiares, y decidimos nos pedir que hicieran cosas desde la privacidad de su hogar”. A Maria Sevilla, Laia Carbonell y Raquel Santanera, programadoras del proyecto, les preocupan “las formas parametrizadas de las redes, en comparación con el modelo directo y performativo de los recitales”. A Sevilla le resulta desconcertante pensar sobre si el modelo de cultura debe cambiar a consecuencia de la covid-19: “Los problemas pos-covid-19 siguen siendo los mismos de siempre”, como por ejemplo la dificultad de crear “cuando es una actividad periférica intermitente de tu vida”. Horiginal es un proyecto autogestionado, lo que les ahorra burocracia pero no les permite pagar a los poetas que participan en recitales. Aun así, lo que Maria Sevilla pide es un cambio en el modelo de ciudad: “En estos meses, muchos hemos podido sobrevivir sin turismo, ese no ha sido el problema de la mayoría de los proyectos culturales; sin embargo, un lugar como el Antic Teatre está siempre en peligro”.
“La intermitencia nos afecta muchísimo y pone de manifiesto la situación precaria en la que ya nos encontrábamos antes.” Clara Cols, codirectora artística de la Sala Flyhard
Clara Cols. Codirectora artística de la Sala Flyhard
La Flyhard es una sala de teatro de Sants. A raíz del coronavirus, en un primer momento se anunció la reducción de aforos como medida, pero Clara Cols y los demás miembros del teatro decidieron que no merecía la pena hacer funciones: “Tenemos 45 butacas, y si solo podíamos ocupar un tercio, nos quedábamos con 15; no era viable”. En aquel momento, el sector teatral se puso de acuerdo y decidió cerrar puertas. “Aplazamos la programación también porque los actores no podían ensayar”, recuerda Cols. La Flyhard hizo un ERTO, ofreció obras grabadas de forma gratuita y espera abrir en otoño. Sobre el sector, constata que “la intermitencia nos afecta muchísimo y pone de manifiesto la situación precaria en la que ya nos encontrábamos antes”. Por eso, Clara Cols pide revisar los derechos laborales de los equipos teatrales (actores, escenógrafos, figurinistas, iluminadores…) y ofrecer soluciones contractuales distintas. No obstante, afirma que durante la pandemia de covid-19 “han surgido bastantes subvenciones y hemos notado más flexibilidad por parte de las instituciones”. A nivel presupuestario, Cols dice entender que ahora “todo pende de un hilo”, pero suplica que no se reduzcan los presupuestos culturales: “Somos salas pequeñas que empezamos invirtiendo muchas horas y que ahora habíamos alcanzado una cierta estabilidad que nos permitía contratar a gente y hacer producciones sin ir a taquilla. Si logramos llegar a una franja más joven, que no es tan vulnerable, y aprendemos a convivir con las pantallas, saldremos adelante”.
Víctor Sala. Codirector de Serielizados
Durante el confinamiento, el consumo de las plataformas de video bajo demanda creció un 53% a escala global. En Cataluña, la empresa del sector que ganó más abonados fue Netflix, seguida de Amazon Prime y de HBO. En el contexto del éxito audiovisual de sofá, los impulsores del Serielizados Fest empezaron a redefinir su evento, que se celebra en octubre: “Planteamos dos escenarios: o todo virtual, o mayoritariamente virtual con algunos actos físicos”, explica Víctor Sala. El sector de las series no es el más perjudicado por la crisis, pero sí anuncia problemas a medio plazo: “El momento en el que más audiovisual se consumía era cuando menos se estaba produciendo, porque no se podía grabar, y eso lo notaremos la temporada que viene”. Ahora, los miembros del Serielizados Fest dependen del posible repunte del otoño: “No traeremos a invitados internacionales porque no podemos arriesgarnos a pagarles; somos una empresa pequeña y el riesgo económico es elevado porque, además de las subvenciones, dependemos de una taquilla que no sabemos cómo funcionará”. En este sentido, en el sector hay una brecha para los proyectos pequeños: “Hasta que Estados Unidos no tenga estrenos potentes, puede haber espacio para el contenido independiente o de proximidad”.
“Los cambios del sector los deben decidir los agentes culturales, y no la Administración de forma reactiva.” Miquel Curanta, director del Institut Català de les Empreses Culturals
Miquel Curanta. Director del Institut Català de les Empreses Culturals (ICEC)
“La cultura no debe cambiar, sino que está en evolución permanente”, dice Miquel Curanta, director del ICEC. Las preguntas que el sector cultural debe afrontar a consecuencia del coronavirus, a la larga, se las habría planteado de todas formas, según Curanta. “¿Cómo se monetizan los formatos en streaming? ¿Cómo llegan las ayudas a los artistas que crean desde casa? ¿De qué forma se pueden lograr grabaciones audiovisuales más inmersivas? Los cambios del sector los deben decidir los agentes culturales, y no la Administración de forma reactiva”, recuerda. Desde el Institut, la gestión de la crisis se ha dividido en tres partes: “Analizar cómo las líneas regulares pueden contribuir a minimizar el efecto de la pandemia; plantear cuáles son las modificaciones que pueden hacerse en las subvenciones para no revocar ayudas; y, finalmente, proponer un nuevo paquete de medidas”. Desde el sector, les han pedido acompañamiento y fondos adicionales. Sobre los cambios, Curanta pide mantener la cabeza fría y destaca, entre otras, la línea de rescate de 8 millones de euros que el ICEC ha puesto en marcha para ayudar a cubrir los gastos estructurales de las empresas culturales durante el periodo del estado de alarma, como el alquiler de los locales o el pago de cuotas y suministros.
Isabel Sucunza. Librera de la Calders
“Cuando la gente empezó a decir: ‘¡Las librerías deberían estar abiertas, son un servicio esencial!’, nosotros dijimos: ‘¡No queremos!’”, explica Isabel Sucunza de la librería Calders, quien recuerda que, por muy bonito que sea hablar del regreso de la cultura, los trabajadores también tienen miedo y deben cuidarse. El sector de los libros ha sido uno de los más visibles durante la crisis de la covid-19, sobre todo porque coincidió con San Jordi, un momento importante para el mundo del libro, del cual depende en muchos casos. “Este San Jordi, quienes más han perdido han sido las apuestas superventas que se compran solo durante este día”, puntualiza Sucunza. En la Calders han podido salvarse de esta bajada gracias a que tienen asegurada una red de proximidad potente: “Por San Jordi, nunca ponemos un puesto ni en La Rambla ni en Paseo de Gracia, así que mucha gente que viene ya son clientes que también han querido un libro este año, vecinos y compradores habituales”. En cuanto al futuro, Sucunza es pesimista y cree que los hábitos culturales no cambiarán en nada, pero sí sufre por los trabajadores del sector: “Ahora no se está viendo la crisis económica, sino la sanitaria”, recuerda. “Mucha gente ha tenido que pedir créditos y endeudarse, y eso lo notaremos el año que viene”. Respecto a la Administración, la librera cree que “la sensación ha sido que hacían lo que podían, pero los reflejos no eran rápidos”. Como ejemplo, el San Jordi aplazado, que se anunció que se celebraría el 23 de julio y hasta principios de junio no se informó de cómo se haría.
Marta Salicrú. Directora de Radio Primavera Sound
Radio Primavera Sound (RPS) es un proyecto radiofónico paralelo al festival de música que se celebra cada verano en Barcelona. Proyectos como este han permitido a los grandes eventos mantener su marca a pesar de haber anulado o aplazado sus ediciones de este año. Sin embargo, sus promotores aseguran que el gran formato no desaparecerá: “En un futuro, seguirá habiendo festivales”. En el caso del Primavera Sound (PS), no se ha celebrado en 2020, pero la edición de 2021 ya tiene las entradas agotadas. Como novedad implementada durante el confinamiento, el desarrollo de desarrollo web del PS ha creado una plataforma para unificar contenidos digitales que también se utilizará de cara a la “nueva normalidad”. Para agosto, el festival ha organizado una breve tanda de conciertos con todas las medidas de seguridad, un hecho que destaca Salicrú: “Desde el sector de la música en directo estamos obedeciendo la normativa religiosamente, pero hay un contraste entre nuestra prudencia y las actitudes que vemos en la calle y en la hostelería”. La directora de RPS pide coherencia a las administraciones: “Si estamos viendo que hay una situación de normalidad en gran parte de la economía, tal vez se podría ser algo menos rígido con la cultura”.
Joan Ramon Graell. Director de espectáculos de circo
En el Festival Grec de este año hemos podido ver Estat d’emergència, un espectáculo de la Producció Nacional de Circ que en otoño hará una gira por Cataluña si el coronavirus lo permite. Joan Ramon Graell, su director, explica que el sector “ha vivido el confinamiento sin saber qué hacer, por un lado porque los bolos han caído en picado, y por el otro porque, en el circo, el entrenamiento físico es muy importante y hay técnicas que no hemos podido ensayar en casa”. En cuanto a la situación de los trabajadores, a menudo los artistas del circo dan de alta su actividad económica cuando hacen un espectáculo, pero no cuando lo ensayan. Así, si en el momento de la crisis no estaban escenificando un proyecto concreto, no han podido recurrir a las ayudas. Sobre el futuro, Ramon cree que el sector cultural nunca ha sido sostenible, y que el debate sobre cómo debe serlo es repetitivo: “Solo reclamamos que las reglas del juego estén claras, porque la única política cultural que ha habido hasta ahora es la inercia”, dice, añadiendo que “nosotros hemos procurado que Estat d’emergència sea lo más sostenible posible, hemos tenido en cuenta aspectos medioambientales y económicos; los discursos van en esta dirección, pero también deben hacerlo los hechos”.
“Hemos hablado mucho y ha habido una saturación de debates, pero debemos ser conscientes de que todavía estamos dentro de la pandemia y que no hay distancia para sacar conclusiones.” Pepe Serra, director del MNAC
Pepe Serra. Director del Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC)
Los museos barceloneses cerraron el 13 de marzo y empezaron a abrir a partir del 1 de junio, incapaces de ponerse de acuerdo en una misma fecha. Cuando Pepe Serra, director del MNAC, repasa los últimos meses, explica que “hemos hablado mucho y ha habido una saturación de debates, pero debemos ser conscientes de que todavía estamos dentro de la pandemia y que no hay distancia para sacar conclusiones”. Según Serra, un hecho importante del confinamiento es que ha permitido que las instituciones museísticas se pusieran a trabajar en aspectos que eran importantes, pero para los que nunca tenían tiempo: “la misión expandida digital de los museos, el modelo de sostenibilidad económica o la razón de ser de nuestros espacios; todos ellos, debates que debemos aprovechar y que no podemos cerrar en falso”. Según el director, la pandemia —que generó un impacto inmenso en su momento y que seguirá hasta que demos con una vacuna— a largo plazo no será tan decisiva: “Todo sigue y, por ejemplo, en el caso de los museos catalanes, la reducción de aforos no es un gran problema porque normalmente no tenemos una saturación de espacios como sí tiene el Louvre”. Para Serra, el momento es estimulante a pesar de las amenazas que presenta, pero cree que el sector debe responder conjuntamente: “Los museos deberíamos haber abierto todos el mismo día, porque entonces habríamos podido hacer una buena campaña; lo que importa no es la fecha, sino el mensaje que recibe la ciudadanía”, sobre todo ahora que se prevé menos turismo y que los museos están virando su estrategia hacia el público local.
Del número
N116 - Oct 20 Índice
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