La salud, más allá de la COVID-19
- Datos abiertos
- Mar 22
- 10 mins
Krushenka Bayas Disseny (Storydata)
La COVID-19 ha supuesto un reto para los servicios de salud pública y ha tenido un impacto desigual en la población de Barcelona, por edades, barrios y nivel socioeconómico. Disponer de más profesionales en la atención primaria y reducir las listas de espera en pruebas diagnósticas y tratamientos son dos de los grandes retos que la pandemia ha puesto todavía más de manifiesto.
Hay mucho trabajo pendiente para recuperar la capacidad del sistema sanitario para hacer prevención, detectar y tratar de forma precoz enfermedades crónicas, atender los problemas de drogodependencias y dar respuesta al aumento de trastornos de salud mental.
Los profesionales de la salud
En Barcelona hay 7,7 médicos de familia por cada 10.000 habitantes, una cifra similar a la media española pero lejos de la europea, que se sitúa en 9,1 según datos de la Central Sindical Independiente de Funcionarios (CSIF). La tasa de enfermeras es de 7,6 (la media española es de 6,8), y la de pediatras pasa del 9,5 en 2019 al 10,3 en 2020.
La odontología es una especialidad poco accesible desde la sanidad pública: ni siquiera se dispone de un dentista por cada 10.000 barceloneses. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 68% de la población mundial dispone de menos de 5 odontólogos por cada 10.000 habitantes. El Ayuntamiento de Barcelona intentó crear un servicio de dentista municipal, pero la justicia tumbó la iniciativa. Lo que sí que se ha puesto en marcha es un servicio de odontología para atender a personas vulnerables.
Tumores e infecciones, primeras causas de muerte
Las mujeres de Barcelona tienen, por término medio, una esperanza de vida de 86,7 años, mientras que la de los hombres es de 80,7. Según el informe “La salut a Barcelona 2020”, de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB), la principal causa de mortalidad femenina son las enfermedades infecciosas o parasitarias, seguidas de las enfermedades del sistema circulatorio y de los tumores. En el caso de los hombres, la primera causa de defunción son los tumores, seguidos de las enfermedades infecciosas y del sistema circulatorio. Tanto para los hombres como para las mujeres, la COVID-19 resultó la cuarta causa de mortalidad en el año de la pandemia.
Mortalidad por barrios
La distribución de la mortalidad prematura (las muertes que se perciben como defunciones que han sucedido antes de tiempo) fue desigual en los distritos y los barrios de Barcelona en el año 2020. Torre Baró, la Trinitat Nova y Montbau registraron la tasa de mortalidad prematura más elevada. Las primeras causas de mortalidad prematura en la ciudad son los tumores de tráquea, bronquios y pulmón en los hombres, y el tumor maligno de mama en las mujeres, según los datos de la ASPB (2018).
Una enfermedad, seis olas
Desde el inicio de la pandemia, en Barcelona ha habido 425.814 personas infectadas por la COVID-19, 7.590 de las cuales vivían o trabajaban en residencias de personas mayores (datos de 31 de enero de 2022). A lo largo de estos dos años se han producido seis olas de la enfermedad, cada una con características diferentes. La primera ola fue la más letal, con el número de muertos más elevado por COVID-19. Es la ola donde se registraron menos positivos, dado que hasta el mes de mayo de 2020 la prueba para detectar el virus se hacía solo a colectivos prioritarios.
A partir de octubre de 2020, las cifras incluyeron los resultados de test de antígenos además de las PCR, y se empezaron a realizar pruebas diagnósticas a toda la población. En la segunda, tercera y cuarta olas la mayoría de los casos se dieron entre la población de 25 a 54 años. A partir de enero de 2021, cuando arrancó la campaña de vacunación, se redujo el número de contagios registrados en las olas tercera y cuarta. De junio a noviembre de 2021 se vivió una quinta ola con la llegada de la variante delta del virus, que afectaba a la población más joven, que era la menos vacunada.
Desde mediados de noviembre nos encontramos en la sexta ola, que ha comportado un número de contagios muy elevado por la variante ómicron, pero con muchas menos hospitalizaciones y muertos. En todas las olas el número de casos siempre es ligeramente superior en las mujeres que en los hombres.
5.778 defunciones más de las esperadas
Entre marzo de 2020 y enero de 2022, en Barcelona se han producido 5.778 defunciones más de las esperadas, según los datos de la ASPB. La mayoría de este exceso de mortalidad se produjo en la primera ola de la pandemia: entre marzo y junio de 2020 hubo un exceso de 3.423 muertos.
El exceso de mortalidad continuó, pero en menor medida, en la segunda y la tercera ola, de octubre de 2020 a marzo de 2021. En las dos primeras olas todavía no había disponible una vacuna, y en la tercera nada la campaña de vacunación acababa de empezar, de modo que el porcentaje de personas inmunizadas todavía era bajo.
Desigualdad en la vacunación
La campaña de vacunación en Barcelona, igual que en Cataluña, empezó el 27 de diciembre de 2020. Se desarrolló en tres etapas que se fueron encabalgando. Tal como señala la ASPB, esta epidemia ha afectado más a las personas de nivel socioeconómico más desfavorecido, a causa de sus condiciones de vida y trabajo, como vivir en viviendas más pequeñas y con pocas posibilidades de teletrabajar. Las coberturas vacunales también han sido inferiores en los barrios con un nivel socioeconómico más bajo.
La mala salud mental se ensaña con las mujeres jóvenes
Según datos provisionales de la ASPB, los problemas de salud mental han aumentado tanto en adultos como en adolescentes. El porcentaje de personas afectadas por enfermedades mentales ha pasado de un 16,5% a un 23,3% en los hombres y de un 19,9% a un 35,8% en las mujeres. Si se observan los datos de la población adolescente, las chicas son las más perjudicadas en este sentido, con un fuerte incremento desde el año 2016 de las jóvenes que estudian segundo de ESO y ciclos formativos (CFGM).
La COVID-19 cambia la atención primaria y las urgencias
Uno de los ámbitos más afectados por la pandemia ha sido la atención primaria. Según un estudio del Instituto Catalán de la Salud, en 2020 se doblaron las consultas por enfermedades infecciosas y parasitarias a causa del estallido de la pandemia. El aumento fue del 91,07%, ya que en 2019 se realizaron 52.220 diagnósticos, y en 2020, 99.779. Con todo, el total de consultas atendidas fue similar (1.402.406 visitas durante 2020 y 1.421.779 en 2019), pero cambió el motivo de la consulta. El incremento de visitas relacionadas con la COVID-19 hizo bajar las consultas por patologías crónicas como la hipertensión arterial, la diabetes o la obesidad.
Durante 2020 los servicios de urgencias atendieron un 14,9% menos de pacientes que el año anterior, en total 1.071.304 pacientes, como lo recoge el Anuario estadístico de la ciudad de Barcelona 2021. Por tipo de diagnóstico, las únicas urgencias que crecieron fueron las relacionadas con la COVID-19 (causas externas de morbilidad y enfermedades infecciosas y parasitarias). El resto de las tipologías decrecieron, sobre todo las urgencias por lesiones e intoxicaciones y los “factores que influyen en el estado de salud y contacto con servicios sanitarios”, que se refieren a revisiones y exploraciones médicas, personas con riesgos de contagios o procedimientos específicos, entre otros (según la clasificación internacional de enfermedades).
Corte seco en la movilización de recursos
En 2020 la actividad del sistema de emergencias médicas (SEM) aumentó un 65% en relación con el año anterior. Este aumento está directamente vinculado al crecimiento de los incidentes sin movilización de recursos, como las consultas sanitarias (+78,43%) o demandas de información (+132,6%). En cambio, las emergencias con movilización de recursos disminuyeron. Los desplazamientos de soporte vital básico, por ejemplo, pasaron de los 200.000 anuales a tan solo 18.000 en 2020, una bajada del 90% con respecto a 2019.
Menos traumatismos, más atención domiciliaria
Por tipo de incidente, las urgencias con un descenso más marcado fueron los accidentes o traumatismos y la atención de enfermedades en lugares públicos. En cambio, se disparó el número de urgencias por enfermedad en domicilio (83%) a consecuencia de las restricciones de movilidad. Lo que más creció son las urgencias clasificadas como “otros” (104%), que probablemente incluye el resto de las urgencias sanitarias relacionadas con la pandemia.
Las largas esperas para las pruebas médicas
El tiempo de espera para la realización de pruebas diagnósticas en los hospitales de Barcelona sufrió incrementos muy elevados a lo largo de 2020, durante las tres primeras olas de la COVID-19. Entre mayo y septiembre de 2020, las pruebas diagnósticas acumularon los retrasos más importantes. En septiembre de 2020, por ejemplo, había seis meses de espera para programar una mamografía o una ecografía ginecológica.
La situación se va normalizando, y el tiempo de espera ha vuelto a ser casi el mismo que había antes de la pandemia. Si por término medio en septiembre de 2020 había casi cuatro meses (113 días) de espera para cualquier clase de prueba, en diciembre de 2021 este tiempo de espera se había reducido a la mitad, hasta los dos meses por término medio (55 días).
Así, la pandemia ha supuesto un infradiagnóstico de enfermedades crónicas de hasta el -36%, en todas las edades y en ambos sexos. Además, en 2020 se diagnosticaron 7.618 casos nuevos de cáncer, 2.203 menos que en 2019, lo que significa una reducción del 22% de los diagnósticos respecto al año anterior.
Disminuyen los abortos
La interrupción voluntaria del embarazo es un derecho reconocido en nuestro país desde 2010. Desde aquel mismo año, las interrupciones no han experimentado grandes cambios, pero sí un descenso leve: si en 2010 abortaron 6.800 mujeres, en 2019 el número se redujo a 5.717. La mayoría de las interrupciones del embarazo se dan entre mujeres de 20 a 39 años, con una incidencia mayor entre los 25 y los 29 años. Los abortos voluntarios que han caído más han sido los de las mujeres de entre 15 y 19 años, y solo han aumentado ligeramente en las mujeres de más de 35 años.
Más semanas de gestación
En las primeras 14 semanas de gestación, una mujer puede abortar sin tener que alegar ningún motivo. Hasta la semana 22 una mujer puede abortar, pero requiere un certificado médico. A partir de la semana 22 puede abortar legalmente tan solo si la anomalía del feto es incompatible con la vida. Los datos de interrupciones voluntarias por semanas de gestación muestran que han bajado respecto a 2010, excepto los abortos en más de 17 semanas. El hecho de que la edad media para ser madre en Barcelona ha subido hasta los 33,6 años puede hacer que surjan más problemas médicos durante el embarazo y que expliquen este número de abortos más allá de la semana 17.
Servicios de atención a las drogodependencias
Durante el año 2020 disminuyó la atención a pacientes drogodependientes. En 2019 los pacientes adictos a drogas no institucionales (2.284) y los adictos al alcoholismo (2.019) aumentaron y llegaron a su máximo justo antes de la COVID-19. Por otro lado, las adicciones al tabaquismo han disminuido desde 2010; 2020 fue el año en que menos pacientes recibieron tratamiento (136).
Los trastornos mentales, entre las principales enfermedades crónicas
Las enfermedades crónicas muestran una distribución diferente en hombres y mujeres y según los grupos de edad. Tal como aparece en el informe “La salut a Barcelona 2020”, de la Agencia de Salud Pública de Barcelona, en el caso de los hombres de entre 15 y 24 años destacan las enfermedades relacionadas con el aparato respiratorio. Los trastornos de ansiedad, angustia y estado ansioso suponen el 15,8% de las enfermedades crónicas entre los hombres de 25 a 44 años, y a partir de los 45 las enfermedades relacionadas con los aparatos endocrino y circulatorio son las que tienen más peso.
En las mujeres es destacable que las enfermedades relacionadas con problemas psicológicos representan, en todos los grupos de edad, un gran porcentaje de todos los diagnósticos. En el grupo de 15 a 24 años, los trastornos de ansiedad, angustia o estado ansioso representan el 14% de todas las patologías crónicas en este grupo de edad. Entre las mujeres de 25 a 44 años, el porcentaje se eleva hasta el 19,1%.
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