La formación y el conocimiento como ejes para un turismo regenerativo

Ilustración © Irene Pérez

La relación entre turismo y ciudad es clave para abordar aspectos como la sostenibilidad, la preservación del patrimonio y la calidad de vida de las personas residentes. En este contexto, la formación y el conocimiento se convierten en esenciales para promover un modelo de turismo regenerativo, que vaya más allá de la sostenibilidad para crear un impacto positivo en el territorio y en las comunidades locales.

El turismo representa una de las actividades económicas más relevantes a escala mundial. Actúa como motor de desarrollo territorial y de dinamización cultural, y genera un efecto multiplicador. En Barcelona, esta realidad turística se traduce, según datos del Ayuntamiento, en una aportación del 13,9% al PIB y en 150.000 personas ocupadas, y en unas cifras anuales de visitantes que superan los 30 millones.

Tanto las proyecciones de ONU Turismo como las del World Travel and Tourism Council (WTTC) indican que, a escala global, el turismo seguirá creciendo pese a los retos económicos y geopolíticos que esto supone. De hecho, el WTTC prevé que, de los 185 países que analiza, 142 —es decir, el 77%— habrán superado los récords turísticos prepandemia durante el 2024.

Este crecimiento se ha vinculado tradicionalmente a la mejora de los transportes y al acceso a las nuevas tecnologías, que han ampliado considerablemente la capacidad de viajar. Últimamente, el turismo se ha consolidado como rasgo distintivo de una clase media creciente, sobre todo en mercados emergentes como China o India.

Todo esto genera de forma natural una relación entre turistas y residentes, así como una interacción entre la actividad turística y el entorno urbano que influye en la economía, la cultura, el territorio y la calidad de vida de las personas que residen en ese destino. Estas relaciones nos abocan a plantearnos el turismo a partir de parámetros de eficiencia, de respeto por el entorno y como una herramienta de promoción de nuestro patrimonio sociocultural. Son aspectos en los que la formación tiene un papel esencial para entender los retos y oportunidades que se derivan de cada momento histórico, y para aportar conocimiento y soluciones a las empresas y a la Administración pública para conseguir una gestión responsable del turismo.

El concepto de turismo regenerativo

Los valores del turismo, como la hospitalidad, la inclusividad, la sostenibilidad, la responsabilidad social, la autenticidad o el respeto por la cultura local son cada vez más relevantes en este nuevo escenario. Como afirman algunos investigadores, los actuales turistas buscan experiencias auténticas que los conecten con la comunidad y el patrimonio locales. Conscientes del impacto que pueden tener sus acciones, piden una relación más respetuosa con las personas y territorios que visitan. Esto implica que los destinos deban adaptarse a las nuevas expectativas y deban hacer valer no solo los recursos culturales y naturales a través de experiencias turísticas enriquecedoras, sino también el bienestar de las comunidades residentes.

La interrelación entre turismo y territorio es, por tanto, una dinámica compleja que exige una gestión consciente y responsable, que atienda a la necesidad de preservar, regenerar y fortalecer el tejido económico, social y cultural de los territorios, así como gestionar el equilibrio entre sus beneficios y externalidades. En este sentido, el turismo regenerativo, como nuevo enfoque teórico y práctico que trasciende el turismo sostenible, propone la puesta en valor, promoción o comercialización de experiencias turísticas que permitan a los visitantes ser conscientes de su potencial impacto negativo en el entorno, de modo que traten de mejorar el estado del entorno que se visita.

Este modelo ofrece alternativas a la dinamización del turismo, proponiendo una oferta de experiencias turísticas que parta de la identificación de actividades que contribuyan a la regeneración de ecosistemas, a la preservación de la cultura y al bienestar de las comunidades, y que permita mantener oficios y comercios tradicionales o crear una nueva demanda laboral turística, por ejemplo. En definitiva, este sistema regenerativo comporta una visión holística, en la que el turismo se concibe como una herramienta beneficiosa para la comunidad y el entorno.

El talento como condición

Este turismo regenerativo comporta la necesidad de trabajar por un cambio de paradigma en la relación de las sociedades con el turismo, que nace de la toma de conciencia de la complejidad del fenómeno turístico. Nos obliga a no entronizar los beneficios potenciales del turismo ni demonizar sus posibles externalidades desde un punto de vista dogmático. Por el contrario, rehuyendo posiciones enrocadas, el marco del turismo regenerativo nos hace responsabilizarnos sobre el desarrollo y la actividad turística y, por tanto, coloca el talento, la formación y el conocimiento en el centro del tablero de juego. Esto es así porque la propia evolución del fenómeno turístico muestra cómo resulta beneficioso únicamente cuando se parte de una gestión informada y experta, basada en el conocimiento y que, por tanto, no deje al azar la relación entre el turismo y su entorno.

En este contexto en el que turismo y conocimiento deben ir de la mano, la formación en turismo se convierte en un elemento clave para garantizar su carácter regenerativo. ¿Pero cómo puede contribuir esta formación a la consolidación del modelo? A continuación, desarrollo cuatro reflexiones en torno a la evolución de la formación turística que, en mi opinión, pueden ayudar a fomentar las condiciones para el despliegue de un turismo regenerativo.

En primer lugar, la formación en turismo debe estar en constante transformación y adaptación para integrar las habilidades y competencias operativas, y las actitudes que necesita el sector para que sus profesionales sean capaces de ofrecer un servicio excelente. Y, además, debe garantizar que estos futuros profesionales tengan una visión global e integral del sector turístico, así como de su relación con la sociedad y el territorio. De este modo, cualquier formación en turismo debería tener el objetivo no solo de garantizar la calidad del trabajo, sino también de dotar a los profesionales de competencias de gestión y de una visión sectorial que les permita contribuir positivamente al fenómeno turístico global.

En segundo lugar, como consecuencia directa de la primera reflexión, es necesario que esta formación se embeba de las tendencias que configuran el horizonte de futuro del fenómeno turístico. Esto implica que aspectos como la digitalización, la gestión turística vinculada a la planificación o la ludificación aparezcan en los planes de estudios de la formación en turismo, pero también que nociones de carácter transversal como la sostenibilidad, la gobernanza o la ética aplicada influyan en todas y cada una de las asignaturas. Estos últimos conceptos son configuradores del futuro del turismo, en tanto que marcan los márgenes de posibilidad de un turismo beneficioso para el territorio y satisfactorio para los visitantes y, por tanto, deben ser compartidos y aplicados por todos los actores del sector turístico.

En tercer lugar, cualquier formación superior en turismo debe adoptar un carácter universitario. Es decir, debe ser capaz de integrar el conocimiento generado desde los grupos de investigación que se ocupan del fenómeno turístico. Si consideramos que la formación turística debe ser un conjunto de conocimientos en constante evolución, no se puede ignorar el impulso que se ha generado en el ámbito de la investigación en las últimas décadas. Su desarrollo, además, ha tenido un carácter eminentemente aplicado, con el objetivo de impactar positivamente en el sector.

Podemos encontrar múltiples ejemplos en este sentido, como el proyecto de investigación “Low Harm Hedonism Initiative”, de la Universidad de Queensland, en Australia, centrado en analizar y promover comportamientos más sostenibles por parte de los consumidores y que recibió el premio Alimara Through Research en 2021; o, más cerca, el modelo de la Cátedra UB de Turismo, Hotelería y Gastronomía CETT,[1] que configura su actividad de investigación desde la colaboración con el Ayuntamiento de Barcelona y los retos del turismo hasta su destino. La formación no puede quedar desvinculada de esta aportación y, por tanto, debe haber una transferencia de conocimiento desde los agentes de investigación y generación de conocimiento hasta el conjunto de la formación turística.

Finalmente, estas reflexiones en torno al modelo de formación que necesita el turismo para convertirse en regenerativo no tendrán sustrato sin unas empresas y administraciones turísticas capaces y alineadas. Por una parte, para desarrollar su actividad contribuyendo a los beneficios positivos de la actividad turística y, por otra, con unas condiciones laborales que atraigan y fidelicen el talento de profesionales formados y responsables, con capacidad para responder a los nuevos retos y necesidades.

Una nueva mirada del turismo

La innegable relevancia que tiene y tendrá el turismo en nuestras sociedades obliga a volver a vincular el desarrollo turístico del presente y del futuro con las necesidades de las sociedades. No se trata tanto de adaptar el turismo para reducir las externalidades como de repensar la actividad turística para que sea beneficiosa para la comunidad y el territorio.

El conocimiento y la formación son fundamentales en esta nueva etapa para guiar y gestionar la actividad turística de cara a esta finalidad. Si la formación turística tuvo ya un peso en la profesionalización del sector, ahora vuelve a ser el elemento indispensable para los nuevos horizontes que requiere el turismo del futuro.

Sin embargo, integrar el conocimiento en los destinos no es una tarea que puedan llevar a cabo las instituciones académicas solas, sino que es necesaria la complicidad activa por parte de todo el sector, tanto de empresas como de instituciones, a través de la promoción de la investigación aplicada y de la retención del talento. Esas personas formadas con una nueva mirada se convertirán en arquitectos del turismo del futuro.

En el CETT, como centro referente en formación e investigación en turismo, hotelería y gastronomía adscrito a la Universidad de Barcelona, constituimos una comunidad de aprendizaje y exploración en la que trabajamos conjuntamente con los diversos actores para contribuir, a través del conocimiento y de la formación, a hacer realidad este futuro deseado: el de un turismo que construya puentes, que genere progreso económico y social, y que cuide a las personas y el entorno. En definitiva, un turismo más sostenible y regenerativo que redefina su éxito en términos de calidad y bienestar, dentro de un sistema mucho mayor del que el turismo forma parte.

Referencias bibliográficas

Ayuntamiento de Barcelona. Medida de gobierno para la gestión turística 2024-2027. via.bcn/UJ5G50U4ilu

Cohen, E. “Tourism and the Quest for Authenticity: A Critical Perspective”. Journal of Tourism Studies, 30(1), 45-56. 2022.

Jafari, J. “El turismo como disciplina científica”. Política y sociedad, 42(1), 39-56. 2005.

OMT. Barómetro ONU Turismo 2024. via.bcn/NTgA50U4ipp

Rojas, G. R. y Guerrero, K. C. “Turismo regenerativo: más allá de la sostenibilidad”. Revista Ambientico, (277), 74-81. 2021.

Universidad de Queensland. Low Harm Hedonism Initiative. 2024. via.bcn/PCiT50U4io1

Urry, J. y Larsen, J. The Tourist Gaze 3.0. Sage Publications, 2011.

WTTC. Travel & Tourism Economic Impact 2024: Global Trends. via.bcn/FcKG50U4iq9

[1] CETT (2024). Cátedra UB de Turismo, Hotelería y Gastronomía CETT. via.bcn/YuF850U4imj

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