'Cròniques del fang'. Cuando los periodistas pisaban las calles
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- Oct 22
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Con el libro Cròniques del fang, Jaume Fabre rinde el homenaje que se merece al periodista Josep Maria Huertas Claveria y al periodismo al que le dio nombre. El autor del libro también escribe para entender y hacer comprender la ciudad y el oficio más allá de la figura de Huertas.
En la primavera de 2013, en el Colegio de Periodistas, el presidente de la Federació d’Associacions Veïnals de Barcelona (FAVB), Lluís Rabell, presentó una antología de reportajes editada por la revista Carrer bajo el título Josep M. Huertas Claveria i els barris de Barcelona. Rabell hizo una analogía entre el periodista Huertas Claveria (1939-2007) y el sindicalista y miembro de la Resistencia francesa André Calvès (1920-1996), que tituló sus memorias Sin botas ni medallas. La misma analogía sirvió días después —en la inauguración, en Poblenou, de la placa que daba el nombre del periodista a una plaza— para recordar que Huertas era una persona sencilla, generosa y luchadora. Hasta el punto de titular sus memorias Cada taula, un Vietnam (Cada mesa, un Vietnam) y de definir como El plat de llenties (El plato de lentejas) la historia del periodismo de la transición.
Probablemente, él no hubiera querido placas ni medallas. Pero botas, sí. Porque Huertas solía quejarse de dolor de pies y gastaba muchos zapatos, de tanto como caminaba por los barrios, haciendo un periodismo que conviene reivindicar; incluso gráficamente, como hace una foto de Pepe Encinas en la portadilla de Cròniques del fang. Quan els diaris van donar veu als barris, del periodista e historiador Jaume Fabre (Barcelona, 1948).
De la necesidad “de ensuciarse los zapatos” solía hablar José Martí Gómez para describir la acción de pisar barrios y calles, la única manera de adquirir la sensibilidad social, de satisfacer la curiosidad informativa y de ejercitar el olfato periodístico necesario para poder ejercer bien el que él definía como “el oficio más bonito del mundo”. Y eso incluye, como recuerda el activista vecinal Andrés Naya en el prólogo de Cròniques del fang —citando un artículo de Fabre en el Tele/eXprés—, que la metáfora del periodismo de zapatos sucios podía hacerse realidad en un titular: “II Cinturón: Barro para años”.
Homenaje a Huertas y los huertamaros
De este barro trata una obra que, como dice el autor, es muchas cosas a la vez. Es un homenaje a Huertas “y a todos los que, como él, practicaron el periodismo social” al final del franquismo y durante la transición democrática, con la complicidad del movimiento vecinal. De hecho, además de Naya, Fabre se acompaña de una buena nómina de huertamaros como él: Juanjo Caballero, Jordi Capdevila, Pepe Encinas, Maria Favà, María Eugenia Ibáñez, Manuel López, Eugenio Madueño, Amparo Moreno y Antoni Ribas. Todos juntos —con una estructura original, fotos atractivas y reproducciones de hemeroteca, y una cuidada edición gráfica que recuerda la compaginación de los diarios— firman la crónica de un tiempo, de un país, de una ciudad y de un periodismo local dignos de ser estudiados a fondo.
El libro es un homenaje a Huertas y a todos los que, como él, practicaron el periodismo social al final del franquismo y durante la transición democrática, con la complicidad del movimiento vecinal.
Fabre, que en Periodistes, malgrat tot. La dificultat d’informar sota el franquisme a Barcelona (2017) ya había abordado el período de 1939-1966 con el rigor de un historiador con tesis cum laude —publicada en 2003 con el título Els que es van quedar. 1939: Barcelona, ciutat ocupada—, se centra ahora con el mismo rigor histórico, pero con una interesante reflexión memorial añadida, en una época que él mismo vivió como periodista. Es la etapa comprendida entre la ley de prensa de Manuel Fraga y la inauguración del Museu Picasso por José María de Porcioles, en 1966, y el inicio del mandato de Pasqual Maragall y la inauguración de la escultura Dona i ocell, (Mujer y pájaro) de Joan Miró, en 1983, el mismo año en que llegaban los primeros ordenadores a los diarios de Barcelona.
El Periódico, el Avui, Mundo Diario, Tele/eXprés, El Correo Catalán, El Noticiero Universal, Diario de Barcelona, La Vanguardia, Catalunya Exprés, Solidaridad Nacional, La Prensa i Hoja del Lunes, junto a revistas como 4 Cantons, Grama o El Maresme, son las cabeceras que nutren el libro y tienen pieza propia. Y, con ellas, una larga lista de periodistas de los que se recogen orígenes profesionales, anécdotas y fotos curiosas, seudónimos y afiliaciones políticas. Alrededor de unos 700 nombres fácilmente localizables gracias a un índice onomástico, y, además del omnipresente Huertas, disponen de apéndice propio Lluís Bassets, Manuel Campo Vidal, Pedro Oriol Costa, Gonçal (que no Jordi) Évole, Maria Favà, Rafael Pradas, María Eugenia Ibáñez, José Martí Gómez, Jaime Perich y Manuel Vázquez Montalbán.
De la lucha vecinal a las trampas de la memoria
Ahora bien, Cròniques del fang no es la enésima historia de Barcelona; ni la evocación nostálgica del periodismo de papel; ni la biografía de Huertas que algún día habrá que hacer; ni la crónica de los huertamaros, un gentilicio hasta ahora atribuido a Joan de Sagarra y del que Fabre revela su verdadero origen, en 1971: Joan Garcia Grau, gerente de Oriflama y vinculado a los tupamaros de José Mujica. Cròniques del fang tampoco es una recopilación de batallas del movimiento vecinal que, en 2022, celebra los 50 años de la FAVB.
El libro tiene un poco de todo esto. Porque, como dice Fabre, “es la historia de un tiempo de despertar conjunto del periodismo y de la lucha vecinal cuando el país empezaba a salir del túnel del franquismo”. Trata esencialmente la información de barrios. Y esto “incluye la forma de informar sobre todo tipo de reivindicaciones populares y laborales que asumieran las asociaciones de vecinos, desde las demandas de servicios y equipamientos hasta la exigencia de un urbanismo a escala humana, los problemas de vivienda, la defensa del catalán y del patrimonio, la recuperación de la memoria histórica, el apoyo a empresas en huelga, la lucha por la libertad de expresión, y la denuncia de la corrupción municipal y de los especuladores”.
Como dice Jaume Fabre, este libro “es la historia de un tiempo de despertar conjunto del periodismo y de la lucha vecinal, cuando el país empezaba a salir del túnel del franquismo”.
El libro, imprescindible en facultades y redacciones, es útil también como reflexión sobre las trampas de la memoria. “La memoria está hecha de recuerdos, mientras que la historia se basa en fuentes”; una cita de Pierre Nora que incluye al también historiador Enzo Traverso en su ensayo Pasados singulares (2021). En esta línea, a partir de ejemplos concretos y gracias a la doble condición de historiador y periodista del autor, Cròniques del fang alerta contra otro tipo de barro, el de las fake news. La conclusión, según Fabre: “Uno de los principios básicos de los buenos historiadores debería serlo también de los periodistas a pesar de las prisas con las que se ven obligados a trabajar: hay que comprobar siempre cualquier información con diversas fuentes orales, documentales y bibliográficas”.
En Cròniques del fang se aplica, y se nota, esta regla básica. Pero sobresale la más elemental: pisar las calles. Y esto nos devuelve a la analogía inicial y al prólogo de Sin botas ni medallas, donde Calvès explica que el título lo impuso el editor porque era más comercial. El sindicalista francés prefería a otro, que puso a una reedición: J’ai essayé de comprendre. Intentar entender. Justamente esto, intentar comprender el mundo, la ciudad en que vivimos, es lo que hizo Huertas. Su amigo Fabre trata igualmente de entender (y de hacernos comprender) una ciudad y un oficio, un tiempo y un país que todavía es nuestro a través de un libro que es la medalla que merecen Huertas y el periodismo al que dio nombre mientras daba voz a los barrios.
Cròniques del fang. Quan els diaris van donar veu als barris. Barcelona (1966-1983)
Jaume Fabre
Ayuntamiento de Barcelona, 2022
325 páginas
Del número
N124 - Oct 22 Índice
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