Crónica de una precariedad laboral y vital que corta las alas a los jóvenes

Ilustración ©Patricia Cornellana

Durante más de treinta años, la población joven española sufrió los mayores niveles de precariedad laboral (medida en términos de temporalidad) de Europa. Varias reformas legislativas intentaron detener esta temporalidad, sin conseguirlo de forma significativa. Solo la reforma laboral aprobada en diciembre de 2021 logró este objetivo. ¿Pero esta reforma ha servido realmente para poner fin a la precariedad laboral juvenil?

Un empleo precario es el que se desvía de lo que se podría considerar una relación laboral estándar, es decir, que se desarrolla con un contrato estable, a tiempo completo, y que da derecho a ciertas prestaciones sociales. Aunque resulta algo simplificador, la temporalidad es posiblemente el indicador de precariedad laboral más utilizado. Según este indicador, puede afirmarse que los niveles de precariedad laboral de la población joven española se han situado durante más de treinta años en los valores más altos de la Unión Europea. La reforma laboral del mercado de trabajo aprobada en diciembre de 2021 pretendía frenar esta situación. ¿Se logró? Las cifras indican que sí. Sin embargo, la percepción de las personas jóvenes es que las cosas no han cambiado tanto. Los motivos de esta aparente contradicción se explican a continuación. Esta es la crónica de una reforma laboral necesaria…, pero insuficiente para frenar la precariedad laboral juvenil.

Temporalidad y precariedad laboral juvenil

Según los datos de Eurostat, la Oficina Estadística de la Unión Europea, España ha estado al frente de la temporalidad juvenil en Europa desde mediados de los años noventa. El porcentaje de personas entre 16 y 29 años con un contrato temporal en el periodo posterior a la crisis económica de 2008 alcanzó un pico del 57,5% en 2017. Antes de la crisis económica, el porcentaje de temporalidad había sido incluso mayor: había alcanzado el 63,2% en 1995. Si a esta elevada temporalidad se suman los niveles de desempleo juvenil, aspecto sobre el que se incide un poco más adelante, puede afirmarse con rotundidad que los trabajadores jóvenes españoles han estado sufriendo los niveles de precariedad laboral más altos de Europa.

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Los elevados niveles de desempleo de los años ochenta justificaron cambios drásticos en el mercado laboral español, siguiendo la lógica de las recetas neoliberales dominantes en ese momento. Las “políticas flexibilizadoras” aplicadas tuvieron como resultado que las personas jóvenes que se fueron insertando desde finales de los años ochenta tuvieran, de forma generalizada, contratos temporales. El contraste con los trabajadores de mayor edad, con contratos indefinidos, llevó a difundir la idea de que se estaba generando una segmentación generacional, en la que personas “jóvenes, aunque sobradamente preparadas” (las que después serían llamadas generación X), se convertían en los outsiders del mercado de trabajo, frente a los insiders adultos que, además, contaban con la protección de los sindicatos. Lo cierto es que, en el mercado laboral español, esta polarización entre jóvenes desprotegidos y precarios y adultos protegidos y con contratos indefinidos no se daba (ni se da hoy en día). Las diferencias se producían entre sectores “flexibilizados” y sectores “menos flexibilizados”, por lo que muchos trabajadores adultos y presumiblemente insiders tenían (y tienen) puestos de trabajo también precarios, debido al sector en el que trabajaban.[1]

Intentos fallidos, hasta la reforma de 2021

La gran recesión, iniciada a finales del 2007, puso de manifiesto la enorme fragilidad de un mercado laboral como el español, que llevaba ya más de una década con récords europeos de temporalidad. Las facilidades existentes para despedir a un trabajador temporal, o simplemente para no renovarle el contrato, causaron una destrucción de empleo sin precedentes. Y, de nuevo, el colectivo más afectado fue el de los más jóvenes. Tras la crisis, las reformas laborales de los años 2010 y 2012 tuvieron únicamente el efecto de aumentar la inestabilidad laboral de los trabajadores situados en el segmento laboral más precarizado. Estas reformas, que afectaron principalmente a la situación en el mercado laboral de las personas más jóvenes, sumadas a las políticas de austeridad, que redujeron un buen número de prestaciones sociales, empeoraron, de nuevo, las opciones de vida independiente de este colectivo.[2]

Tras la nueva crisis de empleo provocada por la epidemia de la covid-19, que volvió a afectar de lleno a los trabajadores más jóvenes, se aprobó, por fin, una reforma que tuvo efectos claros sobre la temporalidad laboral. En diciembre de 2021 la coalición de izquierdas en el Gobierno central, previo pacto con los agentes sociales, aprobaba una reforma legal que introducía restricciones muy importantes en el uso de los contratos temporales. Hace poco más de un año, en mayo de 2023, la Comisión Europea valoraba en términos elogiosos esta reforma laboral.[3] En principio, las personas jóvenes debían ser las más beneficiadas por este cambio legislativo. Y así fue: en 2023, tras la reforma, el porcentaje de contratos temporales sobre el total había descendido al 36,2% en los trabajadores de entre 16 y 29 años (como ya se ha indicado, en 1995 esta cifra era del 63,2%). Los datos anuales de Eurostat para el año 2023 muestran también que España había descendido varios puestos en la poco honrosa clasificación de países con mayores tasas de temporalidad laboral juvenil. En términos históricos, y comparativamente con otros países, la reducción de la temporalidad ha sido importante.

Los datos anuales de paro juvenil para el año 2023 también mostraban unos valores relativamente buenos, contemplados tanto en perspectiva longitudinal como en términos comparativos con otros países europeos. En 2023 el desempleo juvenil había descendido hasta el 21,4%, prácticamente la mitad de la tasa alcanzada en 2013, que era del 42,4%.[4]

¿Existen motivos para quejarse de la precariedad?

La reducción de la temporalidad y del paro juvenil son, sin duda, buenas noticias. ¿Por qué, pues, las personas jóvenes (y también las adultas) siguen teniendo la percepción de que la precariedad laboral aún es un problema que sufren los y las jóvenes con empleo?

Hay varios motivos. Si se atienden los datos de empleo,[5] se observa, en primer lugar, que la precariedad laboral comienza a adoptar formas contractualmente distintas de la contratación temporal. Tras la reforma, ha aumentado el número de jóvenes con solo educación obligatoria que tienen un empleo a tiempo parcial involuntario. Este perfil se ha ocupado tradicionalmente en trabajos del sector servicios con salarios muy bajos; y, por tanto, sus ingresos son aún más bajos al tener un contrato a tiempo parcial. En segundo lugar, se está dando mayor rotación laboral. Sí, las empresas hacen ahora más contratos indefinidos, pero también despiden más que antes a estos trabajadores fijos. Al menos la indemnización por despido es mayor que la que se obtenía anteriormente al finalizar un contrato temporal. Por último, en algunos sectores está emergiendo una práctica que roza la ilegalidad: ciertas empresas agotan los periodos de prueba de los contratos indefinidos sin que se acabe materializando la contratación. De esta forma, es posible despedir a un trabajador sin el coste que supone la rescisión de un contrato indefinido.

Pero todavía hay más. Los salarios que perciben los trabajadores jóvenes son muy bajos en términos relativos, dadas las tasas de inflación. Además, la especialización productiva en un sector servicios de bajo coste produce niveles elevados de sobrecualificación. Por otra parte, la población joven, pese a tener unas tasas de paro históricamente bajas, no puede acceder a la vivienda, pues no se han diseñado políticas orientadas a favorecer la emancipación juvenil, como ocurre en otros países europeos. En este contexto, para muchas personas jóvenes es difícil pensar en un proyecto vital estable. La estabilidad sigue siendo importante, pero incluso cuando se tiene una mayor estabilidad contractual no se tiene la estabilidad vital deseada.

Los datos disponibles ponen de manifiesto que la precariedad laboral se ha atenuado para ciertos perfiles de jóvenes, aquellos con niveles formativos más elevados. ¿Pero se puede afirmar que también se ha frenado la “precariedad (léase inestabilidad) vital” de las personas jóvenes? Seguramente, no, ni siquiera para aquellas que ya no sufren, como varios años atrás, los niveles extremos de inseguridad laboral.

Referencias bibliográficas

Hvinden, B., Hyggen, C., Schoyen, M. A. y Srovátka, T. (editores). Youth unemployment and job insecurity in Europe. Problems, risk factors and policies. Edward Elgar, 2019.

O’Reilly, J., Leschke, J., Ortlieb, R., Seeleib-Kaiser, M. y Villa, P. (editores). Youth labor in transition. Inequalities, mobility, and policies in Europe. Oxford University Press, 2019.

Prieto, C. Las metamorfosis del trabajo y de la relación salarial. El caso español. Catarata / Fundación Primero de Mayo, 2024.

Verd, J. M. (coordinador). Enquesta a la joventut de Catalunya 2022. Volum 1. Trajectòries i transicions. Agencia Catalana de la Juventud, Departamento de Derechos Sociales, Generalitat de Catalunya, 2023.

[1] Häusermann, S. y Schwander, H. “Varieties of dualization? Labor Market Segmentation and Insider-Outsider Divides across regimes”. The Age of Dualization. The Changing Face of Inequality in Deindustrializing Societies, 27-51, editado por Emmenegger, P., Häusermann, S., Palier, B. y Seeleib-Kaiser, M. Oxford University Press, 2012.

[2] López-Andreu, M. y Verd, J. M. “The impact of neoliberal policies during the Great Recession on youth transition regimes in Spain and the UK”. Critical Sociology, 46(6), 835-850. 2020.

[3] Comisión Europea. In-Depth Review for Spain. 2023. Commission staff working document (COM(2023) 632 final), 7-8. 2023. via.bcn/mpm050RzmOz

[4] Los datos para Cataluña muestran una tendencia similar, aunque con cifras algo mejores. En el cuarto trimestre de 2023 la temporalidad se sitúa en el 30,8% y el paro en el 18%.

[5] Verd, J. M., Godino, A., González-Heras, A. y Rodríguez-Soler, J. “Escaping the trap of temporary employment: Precariousness among young people before and after Spain’s 2021 labour market reform act”. International Journal of Social Welfare, 1-24. 2024. via.bcn/ZyVh50RzmRV

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