Abdulrazak Gurnah. El escritor del África olvidada
- En tránsito
- Ene 24
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Abdulrazak Gurnah se convirtió de repente en un escritor de referencia al recibir el Premio Nobel de Literatura en 2021. Antes, pocos lo conocían, pero el autor tanzano ya había sembrado una vasta obra narrativa centrada en los efectos del colonialismo y la esclavitud en África oriental. Sus novelas se mueven a través de personajes cotidianos que plasman el choque cultural, el sentimiento de extrañeza y la soledad de los africanos obligados a huir a Europa para sobrevivir.
Durante los primeros veinte años de su vida, a Abdulrazak Gurnah (Zanzíbar, 1948) no se le ocurrió que podría ser escritor. “Primero de todo soy lector, y durante mi infancia y juventud hice crecer esta relación dentro de su complejidad”, explicaba en una visita reciente a Barcelona para presentar la novela El desertor (2023, Salamandra) y celebró los 25 años de los clubes de lectura de las bibliotecas de la ciudad. Gurnah, Premio Nobel de Literatura 2021, creció en Zanzíbar en los años cincuenta, cuando el archipiélago estaba todavía bajo el dominio de los británicos. De pequeño, su relación con la literatura se ceñía a los cuentos y a las historias que le contaban en casa, a menudo sus familiares mayores y de forma oral.
Pero el alzamiento violento y la revolución de Zanzíbar en 1964, poco después de que el país hubiera logrado la independencia como monarquía constitucional, marcaron el destino del entonces todavía futuro escritor. Junto a su hermano, Gurnah se vio obligado a huir al Reino Unido para sobrevivir, y esa decisión le cambió radicalmente la vida. Tenía 18 años, era un recién llegado en un país desconocido y estaba inmerso en la miseria. Todo iba en su contra, pero no se rindió y logró entrar en la Universidad de Kent, donde acabaría doctorándose en 1982. Fue una época de añoranza y desubicación, y, para afrontarla, empezó a volcar en sus diarios todo lo que le iba por dentro. Esos textos se convirtieron en la semilla de su novela de debut, Memory of Departure (2021, Bloomsbury), que publicó en 1987 y no está traducida ni a catalán ni a castellano. Se trata de una primera obra muy centrada en su experiencia como migrante, en la que refleja sobre todo el sentimiento de extrañeza y el choque cultural de un chico a miles de kilómetros de su hogar.
“Fue una experiencia difícil. Era joven y estaba solo, no tenía dinero ni recursos, me sentía raro en un lugar nuevo y tenía que gestionar todo lo que había dejado atrás. Todo esto me llevó a escribir para poner en orden estas ideas y emociones”, recuerda Gurnah. Estos temas resonarán más adelante en otras obras del escritor como, por ejemplo, en The Last Gift (2011, Bloomsbury) y en A orillas del mar (2022, Salamandra), donde plasma con precisión y profundidad los obstáculos con los que se encuentra un refugiado tanzano en Londres y cómo queda sometido al limbo de la Administración sin que nadie le ofrezca la ayuda básica para vivir en condiciones. Hoy en día, su obra está formada por diez novelas y numerosos cuentos y ensayos a lo largo de los cuales ha explorado, entre otras cuestiones, el exilio del lugar de origen, pero también dentro de uno mismo, siempre desde la mirada de quienes abandonan el país natal para buscar una vida mejor.
Décadas más tarde, Gurnah se convertiría en catedrático de Literatura en la Universidad de Kent y sería un escritor de prestigio que recorrería el mundo y sería reconocido por su obra con el Premio Nobel de Literatura. “Escribir debe servir para mostrar que las cosas pueden ser de otro modo. Intento hacerlo con sinceridad, porque tanto la fealdad como la virtud lleguen al ser humano fuera de la simplificación y el estereotipo”, reivindicó en su discurso de aceptación del galardón. Gurnah ha sido el primer autor negro en recibir el Nobel desde 1993, cuando se reconoció a Toni Morrison. El premio ha dado a su obra una categoría y una altura que hasta entonces no había conseguido: si bien su literatura ya estaba, antes, muy bien considerada, sobre todo en el ámbito académico, el recibimiento comercial y el impacto internacional habían sido escasos. Tras el Nobel, sus libros se han traducido a unas cuarenta lenguas, entre ellas, el catalán y el castellano.
Literatura de la cotidianidad
En consonancia con lo que defiende, Gurnah escribe desde la humildad, y pone en valor las existencias aparentemente más pequeñas y más silenciosas de su realidad. Este es uno de los valores que hacen brillar su literatura: las microhistorias y la cotidianidad de mercaderes, comerciantes, soldados, esclavos y esposas que conviven con mayor o menor armonía en un país tumultuoso. Con una prosa sencilla y repleta de detalles, crea novelas en las que la atmósfera y los escenarios envuelven al lector y le abren las puertas de la vida íntima de los protagonistas. La literatura de Gurnah es la antítesis del heroísmo colonialista que a menudo ha mostrado el prisma occidental: los personajes, sean nativos o colonos, se presentan en las novelas con todas sus fortalezas y debilidades, es decir, con toda su humanidad. “Estoy convencido de que en muchos lugares del mundo la gente siente la obligación de ayudar a los demás cuando se encuentran en una situación vulnerable o de peligro”, dice el escritor.
“Antes de la descolonización, pensábamos que solo existían los escritores británicos. El océano Índico no estaba en ninguna parte. ¿Qué mejor motivo para ponerme a escribir?”
Gurnah se encuentra a menudo con la necesidad de especificar que su literatura se sitúa en el África oriental, y que no todas las obras africanas pueden ponerse en el mismo saco. Sus libros transcurren mayoritariamente en Zanzíbar, un territorio que conoce bien y que escribe desde el presente, pero también fijando la mirada en épocas pasadas, cuando las comunidades asiáticas —sobre todo los indios— llegaron huyendo de la pobreza en el siglo xix y el control del país fue cambiando de manos, de los portugueses a los germánicos y a los británicos. Sus obras buscan dejar huella de un lugar poco presente hasta ahora en la literatura universal. De hecho, cuando el país vivió una fuerte apertura con el período de descolonización, Gurnah —que entonces era un adolescente— vio cómo se rompía con la cultura impuesta por la educación colonial. “Antes de la descolonización nosotros pensábamos que solo existían los escritores británicos. Luego empezaron a llegar libros de muchos lugares del mundo, pero me daba cuenta de que el océano Índico no estaba en ninguna parte. ¿Qué mejor motivo para ponerme a escribir? La costa africana del océano Índico apenas se está descubriendo ahora”, dice el autor.
Compromiso con su tierra
En la lucha por dar voz y visibilidad a aquello que no ha tenido ni una ni otra, algunas de sus novelas transcurren durante el período colonial alemán, país que dominó Tanzania, Ruanda y Burundi desde 1880 hasta el final de la Primera Guerra Mundial. En Paraíso (2021, Salamandra), uno de sus títulos más conocidos y celebrados, Gurnah describe la llegada de los alemanes y cómo su irrupción rompe con el sistema establecido hasta entonces. La novela refleja con crudeza la brutalidad y la dureza que cae sobre la población local, un tema que retomará también en su última obra, La vida, después (2022, Salamandra). Ambos libros rehúyen la idealización y se sustentan sobre las contradicciones, dudas y preocupaciones de sus protagonistas, que ven cómo sus vidas están, inevitablemente, en manos de un sistema de dominio que los sobrepasa.
Aunque está fuertemente arraigado al Reino Unido y no ha regresado a Tanzania desde que partió, Gurnah ha mantenido a lo largo de los años un fuerte compromiso con su tierra. Esto se percibe en decisiones estilísticas como, por ejemplo, utilizar palabras en el idioma local sin especificar su traducción ni marcarlas con cursiva. “Me gusta que el lector reciba el impacto de esa palabra forastera. El significado se puede reconocer por el contexto, o de forma indirecta, y así puedo hacer más local y creíble lo que escribo”, explica.
A través de la literatura, Gurnah intenta entender cómo la esclavitud y el colonialismo transformaron el mundo y las heridas que todavía quedan. Sus novelas funcionan como un espejo del poder proyectado desde quienes no lo ostentan pero lo sufren, y nos recuerdan que ellos también merecen ser escuchados y tienen todo el derecho a formar parte de la historia. A la hora de escribir, a menudo echa la vista atrás porque está convencido de que es la única manera de poder avanzar: “Si no nos fijamos de forma activa en el pasado, ¿cómo podemos pretender forjar un futuro exitoso para la humanidad?”.
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