El juego permite a las personas participantes salir de la realidad y definir, una vez más, lo que es real y lo que no. Es una acción “no seria” que sumerge a quien participa en una especie de formalidad única durante un tiempo determinado (Homo Ludens, 1944). El artista visual Gijs Coenen explora la relación entre arte y juego al crear una serie de esculturas que funcionan colectivamente como un parque lúdico. Una de esas esculturas, un rocking module, reacciona a actos sencillos como los de empujar, tirar o sortear. El artista explora múltiples aspectos del juego creando una serie de módulos, cada uno de ellos con una respuesta única al movimiento. En esta serie, quien contempla la obra de arte forma parte de ella, ya que tanto personas adultas como niños y niñas se mueven intuitivamente con los objetos. La luz aporta una tercera dimensión a esta danza de seres humanos y objetos, invitando a la gente allí presente a participar y a jugar.
Un proyecto en colaboración con Werktank, Sookie Brarou y Juliette Bibasse.

El escultor contemporáneo Gijs Coenen tiene el estudio en Bruselas, donde explora las confluencias del arte, el diseño y el juego. Su variada obra incluye esculturas, diseños funcionales y pinturas, siempre estrechamente relacionados con el objeto tridimensional.
Inspirándose en la esencia del juego humano, Coenen lo utiliza como catalizador de sus creaciones. Y por ello su obra está impregnada de un deseo irrefrenable de interactuar con una amplia gama de tecnologías. Tras licenciarse en la MAD Faculty, donde ahora ejerce de tutor, Coenen emprendió su aprendizaje con el escultor Renato Nicolodi, enriqueciendo aún más sus fundamentos hacia una práctica multidisciplinaria. Esta mezcla única de influencias ha hecho de Coenen un artista entregado a la creación de esculturas interactivas, conjugando como nadie el trabajo manual con el digital.