La obra Circadian Nocturne, de Anna Ridler, se sirve de complejos algoritmos para explorar formas no humanas de medir el tiempo y presenta animaciones generadas por inteligencia artificial de plantas de floración y aroma nocturnos: cactus orquídea, flor de luna, galán de noche o alhelí crepuscular. Pictóricos pétalos florecen lentamente en un jardín de ensueño, como relojes cronobiológicos que contrastan con las estructuras mecánicas y digitales que marcan el ritmo de nuestras vidas actuales, y todo ello gracias a una máquina de alta tecnología capaz de cronometrar el tiempo a nivel atómico. Circadian Nocturne —la versión de un proyecto anterior titulado Circadian Bloom— combina también métodos modernos e informatizados de cronometraje con las a menudo impredecibles e imprecisas imágenes creadas por un programa digital autónomo. Esta pieza forma parte de un proyecto en curso que explora el tiempo y la tecnología. Aprovechando esta tensión, Ridler oculta visualmente la precisión de base tecnológica con algo más orgánico y en sintonía con el paisaje natural.

Anna Ridler es una artista e investigadora residente en Londres.  Su interés se centra en los sistemas de conocimiento y en cómo se crean tecnologías para entender mejor el mundo. Le interesan especialmente las ideas en torno a la medición y la cuantificación y su relación con el mundo natural. En su proceso, suele trabajar con recopilaciones de información o datos, sobre todo conjuntos de datos autogenerados, para crear narrativas nuevas e inusuales en distintos medios y explorar cómo pueden utilizarse las nuevas tecnologías (como, por ejemplo, el aprendizaje automático) para trasladarlas al público. Su obra se ha expuesto ampliamente en centros culturales de todo el mundo, como el Victoria and Albert Museum, The Photographers’ Gallery, el Barbican Centre de Londres, el Centro Pompidou de París, el HEK de Münchenstein/Basilea, el ZKM de Karlsruhe y el festival Ars Electronica de Linz.