El 2020 ha sido el año en que a escala planetaria se ha vivido una situación excepcional, nunca antes vivida, motivada por la emergencia de la pandemia de COVID-19.

En este contexto excepcional de emergencia sanitaria y social, ha quedado patente la enorme importancia de los cuidados en todos los ámbitos, el esfuerzo que suponen cotidianamente y la gran invisibilidad que normalmente acompaña estas tareas. Aunque la ocultemos como sociedad, la vulnerabilidad es una característica inherente y constante de la vida humana. Si no cuidamos o no nos cuidan a lo largo de la vida, no se pueden garantizar las condiciones básicas para una vida digna y plena, y a veces ni tan solo para la supervivencia.

En estos últimos meses hemos comprobado todavía más lo esenciales que son los trabajos de cuidado de las personas, la variedad de profesiones que hay implicadas, desde el ámbito sanitario hasta el trabajo social o el trabajo doméstico, y lo feminizados, poco reconocidos y remunerados que están estos trabajos.

La crisis económica del 2008 ya dejó importantes recortes en los sistemas de protección social y en los servicios sanitarios, educativos y de atención social, con la consecuencia de que se incrementó la carga global de trabajo de las mujeres, al que se sumaba el trabajo remunerado y el de los cuidados, y se deterioraron sus condiciones de vida. La emergencia de la COVID-19, con la que tendremos que convivir durante un tiempo todavía incierto, y el escenario que esta plantea pueden tener ahora un impacto todavía más intenso en el aumento de las desigualdades de género, especialmente para las mujeres en situación irregular o sin contrato formal.

Con el lema “Las mujeres sostenemos el mundo”, el movimiento feminista a escala global hace años que pone de manifiesto una de las grandes contradicciones del sistema económico liberal y capitalista: la división entre la economía denominada productiva y todas las tareas fundamentales para sostener la vida humana que continúan invisibles y no remuneradas, así como la gran injusticia que supone que se deposite casi toda la responsabilidad del cuidado sobre los hombros de las mujeres.

En la ciudad de Barcelona, desde las políticas municipales hay una larga tradición de poner en marcha servicios públicos de cuidado que hay que valorar. Sin embargo, tenemos el reto de ir más allá, hacia una nueva organización social y económica que permita cuidar mejor, tener más bienestar y construir un futuro más justo para todas las personas, sean receptoras o proveedoras de cuidados. Para cumplir este objetivo necesitamos hacer cambios en profundidad en múltiples dimensiones. Entre muchas otras cuestiones, eso implica visibilizar y valorar mucho más adecuadamente la importancia que tienen los cuidados; reconocer y apoyar a las personas que cuidan, ya sea de forma remunerada o en el ámbito familiar; transformar a las empresas para que faciliten la conciliación de las familias; o impulsar estrategias vecinales y comunitarias que apoyen los cuidados y asumirlos más colectivamente.

“24 horas al día, 365 días al año-Democraticemos los cuidados”
En este contexto, el Ayuntamiento de Barcelona convoca la 35.ª edición del Premio 8 de Marzo-Maria Aurèlia Capmany, con el fin de apoyar proyectos que ayuden a avanzar con respecto al reconocimiento de la centralidad social de los cuidados, a través de acciones que supongan la valoración social y simbólica de las tareas de cuidado, la mejora de las condiciones en las que se cuida, ya sea de forma remunerada como en el ámbito familiar, así como proyectos que avancen en la socialización de los cuidados fuera del ámbito familiar, promoviendo nuevos modelos e imaginarios en torno a este fenómeno social, o que impulsen una mejor convivencia de trabajo remunerado y responsabilidades de cuidado.

Condiciones de participación
Los proyectos tendrán que ser inéditos o estar en proceso inicial, incluir la perspectiva interseccional de género y ser realizables en la ciudad de Barcelona.

Se pueden presentar las personas físicas, los grupos, las asociaciones u otras entidades sin ánimo de lucro de Barcelona. En los casos de grupos que no estén formalizados jurídicamente y que estén integrados solo por personas físicas, la persona representante del grupo debe estar empadronada en la ciudad de Barcelona.

La fecha límite para presentar proyectos es el 17 de marzo de 2021.

Encontrarás toda la información en este enlace.