Una isla donde todo parece posible
Camina dando bandazos, los pies embutidos en unas aletas de buzo. Y, aunque no veamos el agua, la oímos, la intuimos, la suponemos… porque estamos en una isla. Para más señas alguna de las islas del archipiélago de Vanuatu. Si no saben dónde está, no pasa nada, ya se lo decimos: a unos 1750 km al este de Australia. Pero lo que sí que es importante es que recuerden que algunos han dicho que los habitantes de estas islas son los más felices del planeta; y que los pronósticos indican que será uno de los primeros territorios en sufrir el cambio climático por lo que podría, poco a poco, ser engullida por las aguas. En una de las playas de una de esas islas de Vanuatu, aguardan sentados, convocados en asamblea, algunos de sus habitantes. Unos se conocen y otros, no. Unos viven en esa isla y otros han llegado desde islas vecinas. Pero hay un orden del día y cosas que discutir. No hay tiempo que perder y sí, muchas cosas por explicar.
Éste es el punto de partida de Encreuaments a Vanuatu, el espectáculo de creación colectiva donde se cruzan y comparten esfuerzos un grupo de actores profesionales -algunos de ellos de Els Malnascuts- junto a otros que ahora empiezan, un grupo de usuarios de la Fundació Joia que trabaja con personas con trastornos de salud mental. Cuando empezaron a trabajar juntos, hace ya unos cuantos meses, ninguno sabía dónde estaba Vanuatu. Pero a partir de lo que se habló en muchas reuniones de grupo -siempre los jueves-, la dramaturga Lali Álvarez empezó a construir una historia que bebe de las realidades personales para construir una ficción colectiva. Después, empezaron a trabajar el texto con el director Jorge-Yamam Serrano. Y, ahora, esa isla es un lugar que todos ya pueden situar en el mapa, en el mapa de sus sentimientos y de sus emociones, en el mapa que registra las intersecciones de los caminos de todos ellos. De ahí el título, Encreuaments a Vanuatu. Pero volvamos a la isla. Volvamos al ensayo. Regresemos al último jueves, cuando tan sólo faltaban poco más de dos semanas y de un par de ensayos antes de llegar al estreno que acogerá la Sala Beckett (tres funciones: 15, 16 y 17 de junio).
La chica que camina dando bandazos sobre unas aletas de buzo se cruza en su camino hacia el centro del escenario con El Último Mono, con su bata azul de chico para todo; con una mujer que parece salida del coro de una tragedia griega; con un aprendiz de rockero con ínfulas de Springsteen; con una un duendecillo que dice grandes verdades como si fueran pequeñas mentiras; con una chica que recuerda cuando conoció a un chico; con una mujer que jura y perjura que lo suyo es suyo y lo de los demás… suyo es también. Todos son habitantes de Vanuatu. Y a todos el director Jorge-Yaman Serrano da las últimas instrucciones antes de empezar el pase: “A disfrutar. Tenemos que disfrutarla”.
Todos ellos nos esperan en Vanuatu. Una isla en la que todos podrían ser felices.