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Un terrón de azucar para endulzar las mentiras

24/03/2021
La Ruta 40 habla de la Barcelona de las superislas en 'Sacarina' ane el público entregado del CC Parc Sandaru

Una ciudad donde han crecido unas bolas de cemento a las que incluso los abuelos han aprendido a subirse para poderse sentar. Una ciudad que hace no mucho se despertó llena de dibujos amarillos en sus aceras como señal de que es la ciudad de las superislas aunque no esté habitada por superhéroes. Una ciudad donde ha crecido un determinado tipo de bares en los que por dos cafés y dos cruasanes te piden más de diez euros y por medio gintònic, más de ocho. Una ciudad falsa, de mentira, porque son cada vez más quienes no pueden vivir en ella simplemente porque no se lo pueden pagar. Una ciudad habitada por gente que no duda en practicar el engaño, en mentir a todo aquel que haga falta, incluso a sus mejores amigos, para retener un trabajo, para conseguir que no se les escape la fama, para hacerse una carrera, para ver su nombre escrito en luces de neón. Una ciudad de mentira donde habita gente que dice mentiras, una ciudad que vende su alma a quién más dinero tiene y obliga a  sus ciudadanos a venderla también...

Esta es la ciudad que dibuja La Ruta 40 en  Sacarina, una pieza que fue escrita pensando en Milà, pero que se adapta perfectamente al entramado de ciudad que nos dejaron los Juegos Olímpicos de 1992. Una obra que, a partir de dos actores que luchan por tener una carrera mínimamente digna que les permita pagar un piso, poner un plato de comida en su mesa y, de vez en cuando, sentase en un bar a tomar un café, critica a todos los que incluso cuando sueñan con islas de ensueño están engañando y engañándose, están compartiendo sueños falsos que son el terrón de azúcar que endulza su amarga realidad. Pero, pese a la amargura camuflada en ironía, Sacarina triunfó en su presentación en el CC Parc Sandaru.

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