Magalí Sare llega a los escenarios del Barcelona Districte Cultural con una doble propuesta. Si compartirá cuatro de nuestros escenarios con Manel Fortià, con quien ha trabajado los temas de Fang i núvols, en un quinto se acompañará de otro de sus músicos habituales, Sebastià Gris, con quien comparte el trabajo A boy & a girl

- Buscar nuevas sonoridades en las músicas de siempre: jazz, folclore... ¿Cómo lo hacéis? ¿Cómo elegís los temas que os apetece volver a reinterpretar y cómo los trabajáis después?

No sabes muy bien cómo, una persona va acumulando canciones que le han marcado de alguna manera, sobre todo nos pasa a los músicos y a la gente que consume mucha música. El repertorio lo elegimos simplemente a partir de caprichos y ambiciones musicales, o bien, como decía, por cuestiones emocionales. De aquí sale, por ejemplo, el proyecto a dúo con el guitarrista Sebastià Gris y, delimitando los géneros, sale el disco A boy & a girl. Yo he estudiado muchos años de música clásica y uno de los orígenes de Sebastià es la música popular mallorquina. Estas raíces nuestras mezcladas, con las del productor del disco David Soler, son las que crean esta mezcla de canción y experimentación electrónica.

En el caso del dúo con Manel Fortià, hemos unido también nuestras raíces jazzísticas para aplicar la misma fórmula de los estándares de jazz, esta vez, a la música catalana e iberoamericana. Trabajamos mucho la improvisación y la transgresión, con todo el amor del mundo, de las formas y las melodías.

¿Cómo trabajas con Manel Fortià la convivencia entre el contrabajo y la voz?

Es un dúo que tiene una sonoridad muy característica. La música suena cruda y desnuda porque solo hay la base de una armonía imaginaria y la melodía en lo alto de nuestro espectro sonoro. La ausencia de la armonía hace que uno de nosotros tenga que adoptar el peso y la responsabilidad. Uno de nosotros tiene que marcar bien los acordes y el ritmo para poder dejar al otro libre. Esto nos encanta. Tiene mucho riesgo para nosotros y queremos transmitir como este tipo de comunicación entre nosotros y el público nos lo hace pasar a las mil maravillas.

¿Qué queda de la Magali del Quartet Mèlt? ¿Y que aprendiste haciendo de coro al Liceo? ¿Nos recuerdas como fue tu colaboración con la Clara Peya?

Cantar en corales, y sobre todo con el Cuarteto Mèlt, me ha hecho agudizar mucho la afinación y también he aprendido a modelar mi voz para adaptarme a (empastar con) cualquier timbre, incluso con un contrabajo. De la época de cantante en el Liceo tengo muy buenos recuerdos... fue fuerte, yo tenía 9 años. Y cantar con la Clara Peya ha sido una experiencia muy intensa. Ella es una persona increíble, generosa y una gran artista. He aprendido mucho y la quiero mucho.

Ya hace casi cinco años que Manel y tú trabajáis juntos, ¿cómo ha ido evolucionando vuestra manera de entender la música y hacia dónde queréis seguir avanzando?

Hemos tocado muchos palos: jazz, folclore, pop, free... y después de haber creado este proyecto tan importante para nosotros, queremos dejar la huella de nuestra trayectoria hasta el momento. ¡Por eso nuestro siguiente paso es sacar un disco este mismo noviembre!