'Rastre_Argelers', el teatro como memoria
El teatro, a veces, nos ayuda a entender nuestro pasado como mejor manera para comprender nuestro presente. Y esto es lo que nos propone la obra de teatro que estrenamos esta semana en nuestro circuito, Rastres_Argelers, una propuesta de Aina Huguet (la ha escrito, la dirige y la coprotagoniza) que viaja hasta la playa de Argelers en los días del fin de la Guerra Civil española, cuando la arena de la playa sirvió de cobijo a miles de refugiados españoles que huían del desastre. Rastres_Argelers se podrá ver este viernes en el Centre Cívic Urgell y más adelante en el CC Tomasa Cuevas (23/11), el CC La Farinera del Clot (29/11), los LLuïsos d'Horta (8/12) y el CC Vil·la Urània (14/12).
El campo de concentración de Argelers fue un campo de internamiento construido por el Gobierno de Francia en una playa de la localidad de Argelers de la Marenda, muy cerca de Colliure, a solo 35 kilómetros de la frontera española, para albergar a una parte de las 550.000 personas refugiadas que huyeron de España a partir de la caída de Barcelona ante las tropas de Francisco Franco. La ciudad era el último bastión de la República y, tres meses después de que cayera, Franco se declaró ganador de la Guerra Civil.
Francia, que tuvo que aceptar la entrada de refugiados españoles ante la presión internacional, calculó que, semanas antes de acabar la guerra, ya habían entrado en territorio francés cerca de 440.000 personas refugiadas, de las que 170.000 eran mujeres, niños y ancianos, 220.000 soldados y milicianos, 40.000 inválidos y 10.000 heridos. Aproximadamente 100.000 recalaron en la playa de Argelers, sobre la arena, sin barracones, sin letrinas, sin agua potable, sin electricidad, sin enfermería... Y muchas murieron allí de disentería, sarna, frío, hambre y tifus.
Fueron las personas refugiadas quienes construyeron barracones, cocinas y letrinas, quienes se organizaron para cocinar con agua de mar cuando les llegaban sacos de pan y legumbres proporcionadas por algunas organizaciones humanitarias, quienes incluso inventaron actividades culturales para tratar de levantar el ánimo de la gente internada.
El campo de concentración solo permaneció abierto seis meses, porque empezó la Segunda Guerra Mundial. De nuevo, el infierno.