Mujeres con la soga al cuello
Tres mujeres. Tres mujeres con la soga al cuello. Cada vez más ahogadas. Cada vez más encogidas. Cada vez con menos aliento de vida. Tres mujeres que necesitan ayuda y no la reciben. Tres mujeres que son maltratadas por sus hombres sin que nadie levante un dedo para ayudarlas. Tres mujeres que son asediadas, golpeadas, violentadas... Tres mujeres que perderán la vida por el único motivo de ser mujeres, mujeres de alguien, mujeres que un hombre considera que son suyas y que, por lo tanto, puede hacer con ellas lo que quiera. Tres mujeres que piden ayuda y no la encuentran. Tres mujeres que podían ser muchas. Demasiadas.
Y, sí, como explican sobre el escenario, estas tres mujeres son actrices y cuando acabe la obra se alzarán y recibirán los aplausos de los espectadores que han acudido a verlas al Casinet de Hostafrancs, pero sus voces no son anónimas porque recogen el testigo de otras muchas mujeres que nunca han podido levantarse o que nunca podrán conseguirlo. Mujeres que no son números ni cifras, mujeres que son madres y hijas y amigas, que tienen nombre y apellidos, que tienen una cara y una vida. Mujeres que han sido asesinadas, víctimas de la violencia de género.
Estas tres mujeres, estas tres actrices, son tres de las protagonistas de 3 2, 1... Zero, un espectáculo de La Jarra Azul que como explicó su director, Òscar García, en el debate posterior, ha hecho ya más de 60 funciones desde que se estrenó "y tendrá que seguir haciendo muchas más porque la violencia de género continúa" a pesar de que algunos mensajes se entesten en decir que no existe. "Es violencia de género porque la reciben mujeres por el único hecho de ser mujeres" insistió el director durante el debate en un mensaje que está muy presente durante la obra: Las víctimas son mujeres. Y este es su único pecado. Este y ningún otro.