Hace 14 años que Sònia Gómez subió por primera vez con su madre, Rosa Vicente, a un escenario. Y fue el de un centro cívico, el de la Barceloneta. Y, aunque hace ya prácticamente ocho años que no ha representado aquel espectáculo que hicieron juntas, Mí madre y yo, ha decidido recuperarlo; y lo hará, de nuevo, en los centros cívicos. Porque la performer Sònia Gómez es una de las protagonistas de Barcelona Districte Cultural, tanto en esta edición de primavera –el montaje se presenta el viernes en el Auditori de Martí de Provençals– como en la de otoño.

"El espectáculo no ha cambiado mucho en todo este tiempo, quizás ahora es algo menos físico, porque el tiempo ha pasado para ambas, pero en esencia continúa siendo el mismo", nos explica Sònia Gómez (La Sénia, Tarragona, 1973). Pero, ¿cuál es esa esencia? "En un principio quería hablar sobre el salto generacional; sobre las cosas que le interesan a mi madre y sobre las que me interesan a mí; sobre el lugar de donde ambas procedemos, porque en mi casa no existía tradición escénica; y sobre cómo viniendo ambas del mismo sitio hemos llegado a lugares muy diferentes. Mi generación ha tenido derecho a escoger, a decidir, cosa que la suya, la que es hija de la posguerra, no pudo hacer. El espectáculo muestra dos biografías que se van cruzando y da pincelazas sobre quién es ella y sobre quién soy yo", apunta la bailarina, coreógrafa y mujer de teatro que mezcla todas estas disciplinas sobre el escenario para construir sus performances. "Seguramente esta es la obra más teatral de todas las que he hecho", admite.

A Sònia Gómez, que hace sólo unos meses presentó un nuevo trabajo en el Mercat de les Flors, no le gusta que la encasillen en un género, pero tiene muy claro que lo que hace, se denomine como se denomine, fácilmente puede llegar a todo el mundo. "La relación entre una madre y una hija es uno de los vínculos más universales que existen. Todos tenemos una madre, así que es fácil que el espectador se identifique con alguna de las situaciones que se suceden sobre el escenario", apunta Sònia Gómez, quien describe el espectáculo como "sencillo y lleno de ironía y de humor”. Y añade: “Mí madre y yo muestra una relación muy alegre, sin ninguna de las partes oscuras. Así que quien viene a ver el espectáculo sale con muy buen sabor de boca. Es un divertimento". Un divertimento que respira, todo el rato, verdad.