La memoria de un barrio hecha canción
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Un chico se pasea vestido de marinero. De blanco con el pañuelo anudado cómo lo llevaban los italianos cuando atracaban con sus barcos en el Puerto de Barcelona. Y aunque ha llovido mucho desde aquellos días, el supuesto italiano luce lo suficiente como para despertar un coro de voces que le cantan: "Era hermoso y rubio como la cerveza, el pecho tatuado cono un corazón, en su voz amarga, había la tristeza, doliente y cansada del acordeón...". Sí: es Tatuaje, la canción que en los años 40 popularizó Concha Piquer.
Y es que estamos de visita en uno de los ensayos de Pati de veïnes, la creación comunitaria del programa ART i PART en el barrio Gòtic, un espectáculo que los vecinos y vecinas (acompañados por la cantautora y directora Sílvia Comes, el pianista Pau Baiges y la dramaturga y novelista Begoña García Carterón) han decidido convertir en teatro musical para denunciar el proceso de gentrificació que vive el barrio a partir de un ejercicio de reivindicación de la memoria. Y quien recuerda es Esperanza, una vecina del Gòtic que, enferma de Alzheimer, solo conserva clavadas en la memoria las canciones que sonaban en sus calles y plazas década detrás década: Tatuaje, pero también Ay pena, penita, pena, Al vent, Libertad sin ira, La chica ye-ye o Hechicera gitana.
Y sobre esta urdimbre, Sílvia, Begoña, Pau y los vecinos y vecinas han ido tejiendo recuerdos sobre cómo era el Gòtic antes y cómo es ahora, recuerdos que -como le pasa a Esperanza- tienen en las canciones su mejor detonante para hacernos viajar desde los años grises del franquismo a la explosión de la transición a la magia de las Olimpiadas, aunque, con el tiempo, los vecinos hayan sido conscientes del truco que aquella magia del 92 escondía: "Porque entonces también contrajimos una deuda", explica Sílvia Comes, cantautora y directora del espectáculo que ha trabajado a partir de la dramaturgia de Begoña García Carterón ha construido con las anécdotas y los recuerdos que los vecinos y vecinas le han explicado.
"Repasamos muchas canciones a lo largo del espectáculo y acabamos con una que yo he compuesto, una denuncia amable de lo que está pasando en el barrio", dice Comes, que quiere reivindicar "los valores de la convivencia y del respeto" y criticar "la artificialidad del todo en venta que respira el Gòtic, a pesar de que si rascas te encuentras con los vecinos que han conseguido quedarse y no marchar".
El marinero continúa paseando arriba y abajo. Unas prostitutas reclaman su atención. Pero él busca la mirada de unas muchachitas del barrio. Y suena la sirena del barco. Y él tiene que marchar. Y el tiempo pasa y pasará... Y en nuestro Pati de Veïnes las seguirán explicando...
Queréis saber más cosas del Gòtic y de este Pati de Veïnes que hoy hemos visitado? Os esperamos el 4 de julio en La Bonne (18h). Y recordad hacer vuestra reserva de entradas en info@fundaciosetba.org