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Otoño 2024

"Hacemos turismo en muchas de nuestras relaciones”

10/03/2021
La Ruta 40 evidencia con ‘Sacarina’ la amargura del problema de la gentrificación en ciudades como Barcelona

Davide Carnevalli  decidió evidenciar con Sacarina la amargura de un problema que viven muchas ciudades: el de la gentrificación, el de la pérdida de los barrios por los vecinos que son sustituidos por turistas o por migrantes de alto poder adquisitivo. Barcelona es una. Y una de sus compañías de teatro más activas y luchadoras, La Ruta 40, ha decidido subir a los escenarios este texto temprano del Carnevalli adaptándolo en nuestra ciudad, tal como nos explica su director, Sergi Torrecillas.

-'Sacarina' tiene ya con unos años, ¿por que continúa siendo muy actual?
Cuando le pedí a Davide Carnevali leer más textos suyos a parte de los que ya habíamos trabajado juntos ( Actes obscens  dirigida por Albert Arribas en el TNC y La Peppa Pigg pren consciència de ser una porqueta en la Sala Beckett dirigida por el propio Carnevali) me atrajo este texto temprano, Sacarina, que hacía referencia al Milán de la moda y la especulación de los años 90. Lamentablemente no han pasado los años suficientes para que la sociedad europea haya dado un cambio sustancial. Vi enseguida que el mecanismo de corrupción tanto sistémica como de valores humanos era igual de reciente hoy en día. De hecho la esencia de la que habla Davide en el texto: la ambición, la corrupción o el autoengaño, es tan antigua como el ser humano y tan actual como intrínseca a nuestro presente. El humor con el que Davide retrata nuestras miserias, la aceptación de la mentira, es totalmente vigente.

-¿Por qué la habéis adaptado a Barcelona? ¿Cómo ha sido el trabajo de incorporar tems como el de las super-illes?
La primera acotación de la obra es que el texto se adapta al lugar y a los intérpretes que la representen. Y da por supuesto que todos en algún momento u otro de nuestra vida hemos vivido una situación similar. De hecho una de las partes más interesantes del proceso previo fue la parte de la adaptación. rimero con Albert Arribas, que hizo un trabajo magnífico, y después con los intérpretes y el autor, pudimos jugar entre todos a situar la acción en la aquí y ahora más inmediato. Todo esto con la intención de poder hacer al público partícipe de la época y del engaño en que viven los personajes. Todos piensan que engañan al otro y es el sistema y el mismo entorno quién los tiene engañados. La Sacarina solo nos hace tragar, de manera más dulce, la mentira que sabes que estás ingiriendo.
La ciudad y su transformación nos afecta de forma directa. Hablar de la transformación de Barcelona, de la turistificació, de la especulación, la gentrificación y de cómo la ciudad es un escaparate internacional y vende una idea idílica tanto a turistas como residentes, son los motivos que nos llevaron a incorporar estos elementos.

-La gentrificación de nuestras ciudades ha sido un gran problema de la última década, ¿la covid lo cambiará o volveremos a vivirlo?
La Covid lo ha cambiado todo y ha hecho todavía más evidente la carencia de recursos en la sanidad pública y ha puesto de relieve la precariedad en la ue viven muchos sectores y cómo de vendidos estamos a una economía insostenible. Creo que el problema de la gentrificación también está relacionado con esta desatención de la población en beneficio de un sistema que ahoga a los habitantes tanto de centros urbanos como de la periferia. Cuando se acabe la Covid no sé si habrá cambios sustanciales en las inversiones sociales o si habrá servido para enriquecer todavía más a algunas fortunas y corporaciones que podrán continuar especulando con edificios, terrenos y propiedades de países en venta como el nuestro.

-El turismo (causa de la gentrificación) ya ha aparecido a otras de vuestros espectáculos, ¿es un tema que os preocupa?
Personalmente creo que hay algo en la modificación del entorno -y por tanto de las personas- y en la manera de relacionarnos que me inquieta y creo que también a mis compañeros. El hecho de que mi comportamiento pueda estar directamente relacionado con la arquitectura de mi ciudad, con los locales que tengo cerca y con quienes los frecuenta, me preocupa y creo que puede determinar la profundidad de las relaciones que puedo establecer en mi barrio. E insisto que es una opinión personal, pero creo que hacemos turismo en muchas de las relaciones que tenemos, si tenemos en cuenta que hacer turismo es visitar de manera superficial y viajar es conocer con profundidad. ¿Esta crisis de valores viene generada por el entorno o es el entorno el que se transforma por nuestra crisis de valores?

-La pieza está llena de referencias al teatro, ¿la hace más atractiva o más difícil por el público?
Creo que uno de los grandes atractivos es esta referencia al mundo del teatro, puesto que todos jugamos roles en esta sociedad y la mentira está muy presente en nuestras vidas. Al espectador que no conozca cómo funciona el sector teatral no le será muy difícil trazar un paralelismo con cualquier ámbito laboral en el que tienes que aceptar unas condiciones que te hacen rebajarte a unos niveles que no querrías. El juego de máscaras puede suceder tanto en un teatro como en una oficina o en cualquier reunión informal después de un trabajo cualquiera. La paradoja con que juega Davide reside justamente aquí, en el oficio donde se juega con la sinceridad es donde la mentira hace más mal.

- ¿Cómo trabajasteis la puesta en escena y cómo encontrasteis la escenografía, que todas las reseñas la destacan como uno de los grandes aciertos?
Desde las primeras conversaciones con Davide y Albert Arribas vi claro que era muy importante incluir al público dentro de la acción. La incorporación al equipo de Claudia Villano fue determinante. Decidimos transformar un espacio cultural en un bar, puesto que podría ser un negocio más rentable. Es una operación que ha ocurrido en Barcelona recientemente. Hemos visto como antiguos teatros situados al final de la Rambla se ha convertido en discotecas, como el Capitol cierra y no sabemos en qué se convertirá o la sala Muntaner también en el centro de Barcelona. Por lo tanto, un espacio que tendría que estar dedicado a la cultura se adhiere a la "cultura de consumo", esta es la operación que hicimos.
Además, un gran acierto de Claudia fue decorar el bar con unos cuadros donde los animales estaban vestidos de manera humana o eran humanos animalitzados, apoyando la idea de la domesticación de las personas en el ámbito urbano. Este elemento refuerza la idea de la perra que aparece a la obra, que se contenta con azúcares para superar la depresión.

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