Dos caras y una cruz
Igual que las monedas, hay barrios que pueden tener dos caras, a veces muy diferentes. Y el Poble-sec es uno de ellos.
Un barrio que atrae a los fundes buitres y a los nuevos inversores. Pero un barrio que expulsa a los vecinos de toda la vida.
Un barrio que quiere construir dúplex de diseño. Pero un barrio que construyó pisos pequeños y asfixiantes.
Un barrio que quiere ser de lujo. Pero un barrio que, todavía ahora vive en precario.
Y son estas las dos caras de Poble-sec que quiere mostrar Barricidi, el espectáculo de teatro comunitario que los vecinos y vecinas del barrio preparan desde hace meses con el acompañamiento de Jordi Pérez (responsable de Teatro La Vilella y la Cia SarGanTaNa) y la coreógrafa Vero Cendoya. Dos caras que retrata un montaje con dos partes muy diferenciadas: una subasta falsa, pero que parece demasiado real, de tres proyectos emblemáticos para fondos buitres y un desahucio, también falso pero que angustia como un verdadero, en un pequeño piso del barrio, un piso habitado y pleno de historias.
En la primera de las dos sesiones que ofrecieron el primer sábado de julio, a la puerta del CC El Sortidor, aguardaban unas azafatas y unos vasos de refresco. Y, ya dentro, tres proyectos faraónicos para un barrio codiciado (céntrico, cerca del mar y de la montaña...) donde los precios se duplican y se triplican demasiado rápido como para poder seguirlos. Venden las Tres Xemeneies como oficinas para empresas tecnológicas con un golf a la azotea; la Feria,como un barrio residencial y cerrado para inversores con posibles; y quieren instalar en las tiendas del barrio marcas de lujo que convertirán los pisos principales de las fincas en sus showrooms. Y el público convocado a la subasta, a quien se había entregado unos cheques, tuvo que tejer alianzas y hacer sus ofertas para poder conseguir hacerse con el suculento negocio.
La segunda parte del espectáculo tuvo lugar en un piso del barrio al que se llega después de una corta paseo. Un piso lleno de recuerdos del pasado y de anhelos para el presente, un piso en el que los espectadores vivirán (sufrirán) un desahucio.
Son las dos caras de un barrio que carga con una cruz y que quedan evidenciadas en un espectáculo que los vecinos han trabajado con afecto e intensidad, como se hace cuando algo nos afecta muy de cerca.