Domar el cuchillo con la música del violonchelo
Uno lanza los cuchillos contra una madera gigante buscando acertar siempre en la diana. Y el otro, cuando ya han quedado clavados, los hace sonar con unas improvisadas baquetas, como si fueran las teclas de un xilofon gigantesco y un tanto macabro, hasta conseguir una melodía de resonancias balcánicas, con ecos de fanfarria gitana, de fiesta y melancolia.
Ellos dos son Domichovski y Agranov, dos perlas a tener en cuenta en el mundo del circo y las acrobacias de la escena de Barcelona, dos clowns con alma de pillo y corazón de trotamundos que bajo el grito de guerra de Davaiii fabrican una adictiva mezcla con olor de vodka y sabor de espaguetis donde el 'más difícil todavía' tiene la misma importancia que los descosidos de sus pantalones y los cordeles con que intentan que su violonchelo - un stravinski, dicen; con 150 años de historia, insisten- no quede desmontado formando una montaña de maderas inservibles.
Domichovsky y Agranov interpretan música y lanzan cuchillos, hacen piruetas y consiguen, incluso, emular al doctor Frankenstein domando a una bestia con aires de caballo y crines como cuchillos. Pero no importa la puntería, ni la altura de sus volteretas. Lo que queda en la retina del espectador es su mirada de pillo y los ecos de una fiesta con hoguera, carro, timba de póquer y alcohol de alta graduación. Así que, no perdamos el tiempo: ¡Que suene la música! y vuelen los cuchillos! ¡Davaiii, amigos!