Hubo un tiempo en que cuando un nuevo vecino llegaba a una nueva escalera se paseaba de rellano en rellano, de piso en piso, presentándose y saludando.

Hubo un tiempo en qué si un vecino se ponía enfermo, el resto le acompañaban y le cuidaban.

Hubo un tiempo en que los vecinos no solo se saludaban cuando se encontraban en a escalera, sino que se querían (o se odiaban) porque se conocían: sabían cómo se llamaban, quiénes eran sus padres, cuál era el nombre de sus hijos, cuáles eran sus sueños, sus anhelos, sus ilusiones

Hubo un tiempo en que los vecinos eran vecinos y se apoyaban. Vecinos que nacían, crecían, se enamoraban, tenían hijos, se hacían mayores y se morían en el mismo barrio, rodeados de vecinos que, como ellos, también habían nacido allí y allí también morirían

Hubo un tiempo... al que parece imposible regresar si los barrios expulsan a sus vecinos de siempre para acoger a otros que, con más dinero, pueden pagar por las viviendas y las tiendas unos precios que para ellos son imposibles.

De aquellos tiempos y de aquellos vecinos está lleno y se habla en el Pati de veïnes  que ayer se estrenó en La Bonne, la creación comunitaria de Art i Part en el Gòtic en la que vecinos y vecinas del barrio hace meses que trabajan acompañados por la cantautora y directora Sílvia Comes, el pianista Pau Baiges y la dramaturga Begoña García Carterón. Es este un espectáculo musical que resigue la vida del barrio desde los años 30 del siglo pasado hasta las Olimpiadas y el estallido del turismo en la ciudad y que lo hace recordando canciones que han dejado huella en los vecinos: desde Pena, penita, pena a Hechicera gitana, desde Tatuaje a Al vent, desde La chica ye-ye a las tonadas que acompañaban las fiestas de caramelles. Canciones que en la presentación del espectáculo se sabían los vecinos que habían subido al escenario porque formaban parte del Pati de veïnes y también los que se sentaban en el patio de butacas y habían querido acompañarles en aquel paseo nostálgico por unos años que no siempre fueron mejores (también se habla de la guerra, de la dictadura, de la situación de las mujeres, de la represión...) pero en los que, quizás, sí que estuvimos más y mejor acompañados.

El espectáculo, que acaba con una canción que ha compuesto Sílvia Comes y todos los actores en el escenario entonándola, llegó, emocionó y divirtió  a unos espectadores que parecía que también llevaban el barrio Gótic en el corazón.