Tic-tac, tic-tac.... El reloj corre. Pero no lo queremos oír. No nos queremos enterar de que se mueve. Tic-tac, tic-tac... El reloj corre. Pero sólo algunos son conscientes, aquellos a quienes no les queda más remedio que aceptar que tendrán que dejarlo todo atrás en el mismo instante en que un médico les comunica la mala noticia. Primero la esconden, como si se les diera vergüenza. Y cuando se aventuran a explicarla no les queda más remedio que ver la pena, la lástima y el miedo en la cara del amigo, del hermano... Pero el reloj corre. Y no hay más  que aceptarlo. Y convivir con el tic-tac. Hasta que llega el momento de decir adiós.

De todo esto habla El mal morir, la pieza que escribió y dirigió Adrià Olay y que ahora también defiende en los escenarios con sus compañeros de la compañía Fil Vermell (Marta Genís y Ramon Garrido)  sustituyendo a Òscar Galindo. Y Adrià, que se estrenó como actor en el centro cívico Cotxeres Borrell, interpreta a David, un enfermo de cáncer que primero se esconde en sus cómics de Batman de cuando era un niño y que después tiene que convertirse en superhéroe para aceptar la noticia de su muerte con la ayuda de su hermana.

Y si Olay se estrenaba en la primera representación de septiembre del Mal morir, también lo hacía el centro Cotxeres Borrell como escenario que da cumplimiento a las medidas de seguridad para combatir la covid: entrada y salida escalonadas, mascarillas y gel hidroalcohólico y solo un tercio del aforo. Pero, a pesar de que la sala no estaba tan llena como otras veces, la ovación sonó más fuerte que nunca para agradecer el trabajo sincero y sentido de los tres actores que consiguieron que su Mal Morir fuera muy dulce.