Hubo alfombra. Pero no fue roja sino lila. Una alfombra que se veía desde lejos, con ganas de hacerse notar, de llamar la atención, de atraer al público y llevárselo hacia un mundo mejor, el de la cultura.

Así era la alfombra lila que esperaba, el pasado viernes, mientras anochecía, a los primeros espectadores del Barcelona Districte Cultural en el Centre Cívic Urgell. Y los espectadores fueron llegando, sin pausa ni prisa, y acabaron llenando primero el vestíbulo del centro y después su auditorio, como en las mejores noches de la mejor sala de teatro de Barcelona. Una noche de estreno con el aroma que siempre tienen las noches de estreno, un olor a entusiasmo, curiosidad, ganas...

El telón se abrió a las 8 de la tarde, puntualmente; pero, antes de que se levantara, los espectadores ya habían vivido unos cuantos momentos de teatro con los animadores del Barcelona Districte Cultural (¿alguien se fijó en sus chalecos repletos del logotipo de este circuito?, ¿chulos, verdad?). Ellos se encargaron de hacer de maestros de ceremonia en nuestro photocall y amenizaron la espera de los espectadores explicándoles qué es este circuito de espectáculos organizado por el Ayuntamiento de Barcelona y qué montajes mostrará en el Centre Cívic Urgell.

Después le llegó el momento a Toni Mira, bailarín y coreógrafo de Nats Nuts Danaa, y a su Monòlit, con el que bailó y conversó,  a quién hizo confidencias y sobre el que lloró, que convirtió en escenario para sus canciones y en compañero para sus reflexiones: "Cuando uno llega a los 50 ya no está para tonterías: uno dice lo que quiere decir y hace lo que quiere hacer", explicó el bailarín desde el escenario. Y eso es  también lo que él hace en este espectáculo que, en aproximadamente una hora, nos presenta al hombre y nos desvela las claves que han construido la trayectoria del bailarín.

Espectáculo sincero que la platea del Centre Cívic Urgell agradeció con una larga ovación. Una ovación de aquellas que en los grandes teatros acostumbran a denominarse 'de gala'.