Constantes o variables, son eternas
Sí, sus canciones son variables. Y no, no son constantes, porque Guillem Roma las hace mudar de piel, cambiar de cara, subir o bajar, pasearse por una tarde de viernes de otoño o por una mañana de sábado de fiesta, ganar un punto de tristeza, de alegría, de melancolia.... Pero más allá de lo que tengan de constante y de variable las canciones de Guillem Roma, lo que parece cierto es que son eternas; o que lo serán para todos los espectadores que se acercaron a escucharlas al Centre Cívic Matas i Ramis. Espectadores que, en muchos casos, no era la primera vez que las escuchaban y que decidieron que querían volver a hacerlo en la nueva vida que ha dado el cantante de Manlleu en su último disco a temas que hace ya tiempo que había escrito.
Que ¿cómo sabemos que no era la primera vez que los espectadores del Matas i Ramis las escuchaban? Porque Guillem Roma hizo la pregunta y obtuvo la respuesta: aproximadamente un 60 por ciento del aforo del centro de Horta eran repetidores; y algo más del 60 por ciento habían acudido a escucharlo al Matas i Ramis desde otros barrios de Barcelona o desde fuera de la ciudad (incluso desde la Vall d'en Bas). No fue esta la única manera de Roma de hacer participar a su público: los hizo entonar, tararear y cantar; y les premió bajando del escenario a cantar con su hermana sin amplificación.
Eco de boleros, de rancheras, de músicas llegadas de las orillas del Mediterráneo o de la otra banda del Atlántico se fueron combinando en un concierto que quedará grabado en la memoria de muchos. Porque más allá de lo que tengan de constante y de variable, las canciones de Guillem Roma van cargadas de sentimientos.