“Queremos visibilizar la violencia machista y romper tabúes”
La cuenta atrás ya ha empezado. Y parece imparable. Y La Jarra Azul l ha subido a los escenarios. Una cuenta atrás contra la violencia machista, una cuenta atrás contra la invisibilización de las mujeres maltratadas, una cuenta atrás contra los miedos y los tabúes. La Jarra Azul, una asociación de teatro nacida hace dos décadas Trinitat Vella (Sant Andreu) y liderada por Oscar García Recuenco, decidió que era la hora de poner en marcha los marcadores: 3, 2, 1...zero. Y su cuenta atrás llega ahora a los escenarios del Barcelona Distrite Cultural.
-El proyecto de 3,2,1... zero surgióde un encargo, ¿c'mo empezasteis a trabajar el tema de la violencia machista?
Efectivamente fue un encargo, concretamente del PIAD de Sant Andreu. Empezamos a trabajar a partir del respeto, el tacto, el conocimiento de esta temática (siempre tiene que ser así, pero más en este caso, que es especialmente sensible) y huyendo del sensacionalismo. El espectáculo tiene un objetivo muy claro, visibilizar la violencia machista y romper tabúes. Desde la humildad, queremos que la obra pueda ser una herramienta para las mujeres y un toque de atención para los hombres. Todos y todas estamos expuestos a la violencia de género. El problema es de raíz, empezando por los estereotipos hombre-mujer y los roles que tenemos interiorizados históricamente como sociedad.
-¿Tuvisteis que investigar, hablar con víctimas, terapeutas?
Durante el proceso hablamos con varias mujeres que habían sufrido violencia de género, también con psicólogas y abogadas especialistas en este tema. En algunas funciones nos acompañaba una psicóloga especialista en temas de violencia de género y, al acabar, se establecía un debate con el público: fue un aprendizaje magnífico. Es por eso que el montaje va variando año tras año. Cada vez que se nos ha planteado un nuevo tema, nos ha hecho cambiar escenas. La perspectiva sobre de la violencia de género ha variado mucho en los últimos años.
-¿Cómo fuisteis construyendo la dramaturgia?
El texto está escrito por 7 autoras y autores, entre ellas las actrices. Así que es un mosaico de las diferentes fases y ámbitos en los que nos movemos dentro de la violencia de género. Textos más próximos a la ficción dramática, por un lado, escritos por el dramaturgo Antonio Morcillo, tres veces ganador del premio SGAE de teatro. Por otra, textos de apoyo a escenas más conceptuales y reivindicativas, e incluso trabajamos con la ironía gracias al texto del monologuista del Bon Pastor, Toni Cano. La variedad es una de las cosas que engancha más al público.
- ¿Cómo explicaríais el lenguaje que usáis?, ¿cómo es vuestro tipo de teatro?
Es un teatro muy visual y directo, con escenas de gran plasticidad visual que no dejan indiferente al espectador. Teatro desde la contemporaneidad en su puesta en escena pero próximo a toda clase de público, comprensible para que no haya dudas sobre qué hablamos.
- Queréis poner nombre y cara a las víctimas que sufren violencia de género... ¿Creéis que la deshumanización resta fuerza a este problema? ¿Cómo retratáis a las mujeres maltratadas? ¿Y a los hombres maltratadores?
Una de las primeras cosas que dice la obra es: "No son números, son personas". Parece increíble cómo podemos deshumanizar un tema como este, pero desgraciadamente pasa. Cuando decimos 'la víctima número 30 de la violencia de género', o cuando lo escuchamos en las noticias, tenemos que pensar que detrás hay un nombre, un apellido, unos hijos e hijas, unos padres, unas ilusiones, unas amistades, un lugar de trabajo, una ropa al armario, unas caricias, una vida... a lo que una persona, de manera unilateral, ha decidido poner fin. Una persona que supuestamente, además, en la mayoría de casos, tenía una relación afectiva con aquella mujer.
-El espectáculo ha tenido una vida larga y lo han visto muchas mujeres que han sufrido violencia machista, ¿cómo reaccionan?
Lo podríamos definir con dos palabras: emoción y agradecimiento. La reacción de las mujeres, y no solo de aquellas que han sido víctimas de violencia machista, es la recompensa más grande que tenemos función detrás función.