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“Las mentiras en el sexo no son solo cosa de mujeres”

11/03/2021
Marta Aran ha escrito y dirigido ‘Els dies mentits’, con la que ganó un premio Max

Els dies mentits  son aquellos en los que una mujer ha dicho una mentira. Y no una mentira cualquiera. Una que tiene que ver con el placer que recibe durante el acto sexual, sobre cómo ha sido su orgasmo. Y de estos días, de estas mentiras, habla Marta Aran en este texto que ha escrito y que ha dirigido y que tiene como única protagonista a una mujer, la que interpreta Lara Salvador.

¿Por qué decidiste hablar sobre el orgasmo o, mejor dicho, sobre la falta de orgasmos?
Yo sufrí durante siete años de mi vida anorgàsmia. En aquel momento, lo viví como si yo fuera culpable de todo aquello. Incluso, llegué a pensar que mi cuerpo no funcionaba bien sexualmente, que quizás tenía un trastorno, que había algo en mí que no estaba bien... Tuve que hacer un gran trabajo conmigo misma y mi visión de la sexualidad, tanto emocionalmente como psicológicamente. Ahora con los años, he entendido que no era culpa mía, sino que yo quería encajar en una sexualidad patriarcal que me habían enseñado. Una sexualidad que no estaba pensada para que yo tuviera un placer real, ni una relación igualitaria de pareja, sino que estaba construida solo sobre el placer del hombre. Fue un paso adelante entender que en las relaciones sexuales, sobre todo, me tenía que respetar a mí misma.

- ¿Crees que todavía es este un tema tabú? ¿También entre las nuevas generaciones?
No creo que los orgasmos sean un tabú, hoy en día. Tú vas a Internet y puedes acceder a muchas páginas web. Ni la sexualidad, en sí... Aunque sí que creo que hay un tabú en entender la sexualidad como algo no patriarcal... Todo aquello que nos rodea, la pornografía, las prisas de las relaciones... Son coitocentristes, orgasmocentristes y parece que cuanto más violento y rápido sea, mejor. Y todxs hemos asumido esta sexualidad y estos roles de género como "la normalidad".
Las mujeres tenemos necesidades, que los hombres heteros tienen que entender, si quieren realmente que sus relaciones sexoafectives sean sanas e igualitarias. Gran parte del empoderamiento femenino es comprender qué nos gusta, desprogramarnos de la sexualidad que nos han enseñado y no tener miedo en practicarla. Es un trabajo de la pareja intentar entender que el sexo que llevamos arrastrando desde generaciones no es placentero para nadie, sobre todo no lo es para las mujeres. Los hombres tienen que escuchar más y ser más receptivos con aquello está pasando, y ellas dejarse llevar por su intuición... El sexo tendría que ser un espacio común donde ambos amantes se sintieran en igualdad de condiciones, de respeto y de amor.

-¿Con quién conecta mejor tu texto: con las adolescentes o con las mujeres más mayores?  ¿Y cómo se lo toman los hombres?
Conecta con todo tipo de edad, pero de maneras diferentes. Las adolescentes conectan mucho cuando se habla de la prisa de las primeras veces, el hecho de querer gustar constantemente y olvidarse de una misma... Las mujeres más mayores conectan más con el humor de todas las desgracias que le pasan a la protagonista, desde un punto de vista más maduro. Pero tengo que decir que no solo conectan las mujeres, sino que hay muchos hombres que después nos han escrito para decir que ellos también habían fingido muchas veces orgasmos. Y es que las mentiras en el sexo no solo son una cosa de mujeres. Quién sabe si en un futuro podría hacer la versión masculina de Los días mentidos...

-¿Por qué decidiste que sería un monólogo?
Decidí escribir un monólogo porque quería plasmar la soledad que sienten las personas cuando creen que no tienen una sexualidad plena. Yo sentí mucha soledad en todo este proceso y fue un camino que tuve que hacer sola, no fue nada fácil.

-¿Ya cuando lo escribías te planteabas cómo querías que fuera la puesta en escena? ¿Siempre pensaste en dirigirla tú?
En este texto no me planteé cómo sería la puesta en escena, sino que escribí mis recuerdos y los recuerdos de las cinco testigos que entrevisté. Para  dirigir escénicamente siempre me espero a tener una propuesta del escenógrafo, puesto que el espacio escénico es determinante en un espectáculo. Lo que sí que quería plasmar escénicamente era el control que sentía la chica y la programación hecha por la sociedad representada en los números que ella va escribiendo durante toda la obra.

-¿Qué ha supuesto ganar un Max?
Fue uno de los días más bonitos de mi vida y un reconocimiento al trabajo que he ido haciendo durante todos estos años, pero sigo haciendo los mismos emails para ir a buscar trabajo. El Max ayuda, pero no es una llave mágica que te abre todas las puertas del mundo. Tienes que seguir llamando al timbre.

 

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