Dos, hermanas y gallegas... Y además muertas.... ¿Qué podemos esperar de dos mujeres así?

Ellas dos, que son las dos actrices-payasas o payasas-actrices que conforman la compañía Lolita Corina, nos dan fe que ha sido un placer convivir durante más de una década con Las gallegas, el espectáculo que presentan en el Barcelona Districte Cultural.

Una década con Las gallegas es mucho de tiempo... ¿cuál pensáis que es el secreto de su éxito?

Este mes de noviembre cumplimos trece años con este espectáculo... Por un lado, pensamos que una buena relación entre nosotros dos ha sido fundamental para que un producto teatral haya aguantado tantos años porque en esta profesión, en muchas ocasiones, la cuestión es tener resistencia; y por el otro, no haber perdido conciencia de que los personajes y el espectáculo se van haciendo mayores, al mismo tiempo que nosotros y que tenemos que evolucionar a la vez que ellos para poder vivirlos en presente.

¿Por qué hablar de la muerte desde el humor? ¿Por qué ambientar vuestra obra en un velatorio?

Porque creemos que es necesario romper con el tabú de la muerte y qué mejor que hacerlo desde el humor que es un doble tabú, ¿no? Estamos más acostumbrados a ver espectáculos o películas dramáticas cuando se trata de hablar de la muerte, pero hacerlo desde la comedia nos resulta catártico para sacar el miedo que tenemos culturalmente a morir.

Nos centramos en un velatorio porque es un punto de partida que todo el mundo compartimos: todo el mundo se ha visto en un velatorio y muchas veces incluso por compromiso. Esto también nos daba la oportunidad de dar un papel activo al público dentro del espectáculo.

¿Cómo creasteis los personajes de Las gallegas?, ¿y las situaciones? ¿Trabajasteis a partir de improvisaciones?

El proceso fue escalonado. Primero decidimos que los personajes estaban muertos, porque esto nos daba la libertad para hacer todo lo que quisiéramos sin tener grandes conocimientos: ¿quién sabe si los muertos bailan bien o mal? Más tarde, con ejercicios teatrales, supimos que eran gallegas y hermanas. Esto nos daba juego y despertaba nuestra parte de clowns. Posteriormente, con la dirección y la puesta en escena, las situamos espacialmente en un velatorio y empezamos a improvisar para hacer, por último, la dramaturgia.

¿Os consideráis payasas?, ¿actrices?

Nos consideramos actrices-payasas. Diría que primeramente actrices con muchas ganas de explorar el humor y explorarlo sin la cuarta pared. Y quizás esto es lo que potencia que pasamos de actriz a clown.

¿Cómo definiríais vuestro humor?

Lo podemos definir como un humor que bordea el absurdo, que desde situaciones absurdas puede acercarnos a los grandes temas para no olvidarnos que la vida no se puede tomar demasiado en serio si no quieres tararte.

Habéis continuado vuestro camino con Bruixes, ¿hay una evolución en vuestro humor y vuestra manera de entender la escena?

Siempre se está en evolución, pero es cierto que nos continúan haciendo gracias las mismas cosas y la manera de relacionarnos entre nosotras en el escenario. Quizás por eso nos funcionan roles muy parecidos pero que, aunque no sea de forma voluntaria, cambian también, igual que nos cambia la vida con el paso del tiempo.