Escuchaba Nirvana, Sex Pistols, Pearl Jam, Pink Floyd... y también Sopa de Cabra. Y tenía claro que quería ser músico desde que le robaba la guitarra a su padre para sacarle unos cuantos acordes. Xarim Aresté nació en Flix donde, con sólo 13 años, montó su primera banda de música. Ratera, que es fácil imaginar por el nombre que bebía de ritmos punks. Fue, unos años después, ya en Barcelona, ciudad a la que vino para estudiar inicialmente Filosofía, donde entró, en tromba, en el mundo de la música profesional: su primer grupo con epercusión (y tres discos publicados) fue Very Pomelo, pero antes ya lo había intentado con otros dos, Pantanito y Monoxide pills.
En paralelo al trabajo con los Very Pomelo, Xarim Aresté colaboró como guitarrista con otros artistas y otras formaciones, Sanjosex, Maika Makovski, Paul Fuster y, también, los Sopa de Cabra, a quienes acompañó en su gira de regreso.
Pero ya hace unos años que Xarim Aresté decidió que tenía que probar sus dotes no sólo como guitarrista, sino también como compositor, poeta y cantante e inició una carrera en solitario que le ha dado unas cuántas alegrías y tres discos: el primero fue Lladregots  (2013), dos años después publicó La rosada –con el que le llovieron los premios: el Altaveu, el Cerverí, el Enderrock de la crítica al mejor disco de pop-rock del año– y el año pasado apareció Polinèsies, que ya ha conseguido el premio MIN de la Música Independiente 2018 al Mejor Disco del Año en Catalán.