Prohibido para mayores de 16 años
Emilia Coranty fue la primera alumna de la Escola d’Arts i Oficis de Barcelona, allá por 1885, y también es el nombre del callejón que se abre frente al Parc del Centre de Poblenou, entre las ruinas del antiguo recinto fabril de Can Ricart. En diciembre, justo frente al centro de producción e investigación de artes visuales y sonoras Hangar, se inauguró el Casal de Joves de Can Ricart. La placita que comunica ambos recintos es hoy un extraño microcosmos donde durante unas horas coexistirán los músicos del festival de ruidismo extremo Nova Ona II con los niños y niñas del barrio que han acudido al festival Nou Pop.
Emerge un ruido infernal de Hangar. Los músicos están probando sonido. Pero el verdadero caos sonoro lo provocan ocho chavales que han trepado al OBNI (Objeto Barrial No Invasivo), una estructura metálica de dos plantas con ruedas desde la que se desplazan y chocan contra los muros una vez y otra; y otra. Bonita metáfora de la preadolescencia. En el centro de la plaza aún resiste un tapiz psicodélico-matemático de cintas adhesivas diseñado por los chavales en el taller de tape art. Ya han finalizado los talleres de breakdance y parkour, así como una serie de charlas sobre creatividad en la que ha participado, entre otros, Martí Ruiz, inventor y miembro del taller de esculturas sonoras Baschet.
Mi mamá no mola
Marushka, una de las organizadoras del Nou Pop, se ha encargado de colgar carteles por los siete institutos del barrio. Durante tres años, fue conductora del programa ‘Future beats’ de Radio Gladys Palmera. Era el prototipo de madre moderna. “Pero cuando mi hijo cumplió nueve años me di cuenta de que yo ya no molaba”, bromea. A esa edad, los hijos quieren marcar distancia respecto a sus progenitores, pero la desbordante creatividad y curiosidad de los menores contrasta con la escasa oferta cultural a la que pueden acceder. Contrasta, incluso, con esa ley que les impide entrar solos a los conciertos. A partir de esa constatación, empezó a tomar forma en 2015 el festival Nou Pop.
Son las siete de la tarde y aún falta el plato fuerte: una sesión de clubbing exclusiva para adolescentes de doce a dieciséis años. Prohibida la entrada a padres y madres. Algunas traen a sus hijos al casal y se van, pero la mayoría de jóvenes llega en miniclanes. Marushka desearía que el Nou Pop también fuese un lugar de encuentro para los adolescentes de barrios tan próximos y con tan inmensa brecha social como Besós y Diagonal Mar. Algo se está consiguiendo, pero llama mucho la atención la cantidad de chicos y chicas que hablan en inglés.
DJ Dylan, el primer pincha de la velada, tiene trece años y es hijo de una madre clubber que pasó mil noches en Ibiza. Dylan luce un peinado de dibujo animado estilo Richie Hawtin y pide que le ajusten el sonido del monitor porque lanzará efectos. Àngel, técnico de sonido, de luces y de todo lo demás, lleva desde las diez de la mañana con el walkie grapado a la mano y recibiendo llamadas de socorro de todo tipo. Àngel solo tiene quince años, pero apaga todos los fuegos.
Más allá de Ràdio Flaixbac
Marushka y Òscar, el otro director del Nou Pop y profesor de música, solo han pedido a los discjockeys que pinchen alguna canción que no suene en Ràdio Flaixbac. ¡Al menos una! Que investiguen, que no se queden solo con lo que dicta la emisora. Se hará lo que se pueda. La fidelidad del público adolescente es muy caprichosa y hay que mantener la pista caliente. Las sesiones serán un espejo de lo que consumen a diario. No debe haber oficio más estresante en el show business que pinchar para adolescentes. DJ Dylan selecciona un tema de Dr. Dre con Snoop Dogg de cuando él ni había nacido. No le hacen ni caso.
Nadie quiere ser el primero en entrar en este chiquiclub. No es un problema de dinero, ya que a diferencia de tantos festivales infantiles para padres de los que cobran veinte euros o más, el Nou Pop es gratuito porque se trabaja desde la gestión colectiva y buscando que el adolescente sea espectador y partícipe. En cuanto suena el ‘Shape of you’ de Ed Sheeran y el ‘Turn down for what’ de DJ Snake, la sala empieza a llenarse. Chaquetas de chándal, acné, gomina, risas nerviosas, brackets, palomitas, secretitos y un creciente olor corporal.
Suena el ‘I love you’ de Axwell y también los primeros aullidos, pero, sin explicación aparente, el ‘By your side’ de Jonas Blue vacía la pista. Sale una chica y la acompañan seis. Sale un chico y lo acompañan tres. Otro grupito sale también y en quince segundos DJ Dylan se queda prácticamente solo. ¿Por qué? Víctor, un crack del parkour, ha decidido que aunque ya ha acabado el taller de saltos y desplazamientos por el espacio urbano, las colchonetas siguen ahí y, por lo tanto, él y sus colegas pueden seguir practicando con ellas. Víctor solo tiene catorce años pero acaba de sabotear la rígida mentalidad adulta según la cual los horarios de las actividades de los festivales son innegociables.
Dees-paaa-cito
Cuando llega el fotógrafo de El Periódico, solo hay cuatro chicas bailando el hit de Galantis ‘Runaway’. La estampa es la de una fiesta de cumpleaños fallida. No hay nada que fotografiar. Sin embargo, en medio minuto la chavalada entra en tromba. ¿Qué ha pasado? Muy fácil: ‘Dees-paaa-cito’. El éxito de Luis Fonsi provoca una estampida hormonal. Hay unanimidad entre los jóvenes de todos los institutos. Primeros selfies bailando. Perreo fino. Entra un chavalote con una lata de Red Bull. Dylan intentará retener al personal con Skrillex y Wiz Khalifa.
DJ Rubén cerrará la velada. Su ordenador le ha jugado una mala pasada y han tenido que llamar a su padre para que le eche una mano. Rubén, como Àngel y Víctor, estudia en Quatre Cantons, instituto del barrio donde se trabaja sobre programas de aprendizaje integral que luego exponen fuera del ámbito escolar. Rubén ya produce temas propios, pero la pista es muy esclava y sabe que el reggaeton funciona más que la electrónica. El aroma corporal ya es irrespirable. “El aire acondicionado está al máximo”, exclama Àngel, desconcertado.
El padre de Rubén ha conseguido resolver el problema técnico. Suena Charly Black, Zay Hilfigerrr y repite DJ Snake, pero los tracks ganadores serán ‘Té de campana’ de Atomic Otro Way, ‘Borro cassette’ de Maluma y, sobre todo, ‘Amigo’ de El Villano. Dos adolescentes se besan cuidadosamente en los labios mientras los amigos de él alucinan en la otra punta de la sala. Dos padres otean el ambiente desde lejos. Dos chavales les cierran la puerta en los morros.
Son las nueve y el público se ha repartido entre el patio del casal y la plaza. Unos hablan de sus cosas al aire libre, otros perfeccionan saltos sobre las colchonetas, otros pactan besos… El festival Nova Ona II ha abierto puertas ya en el Hangar. Un adolescente trepa a un platanero de la plaza.
(Publicat el 21 de maig de 2017)