¡Funkies y breakers, uníos!
Un retrato de Camarón de la Isla pintado sobre un muro nos recuerda que no estamos en el Bronx, sino en Nou Barris. Pero esta noche de viernes se celebra una fiesta como aquellas alrededor de las cuales nació el hip-hop en los años 70. Hoy hay block party en el bar del Ateneu Popular 9 Barris. Es el acto inaugural de la novena edición del festival de músicas negras Say It Loud. La entrada es gratuita.
La block party de esta noche tiene una particularidad respecto a las que se improvisaban en los bloques de pisos de los suburbios neoyorquinos. Aquí la música la pone, en riguroso directo, el grupo Nación Funk comandado por Lalo López, el guitarrista de la Fundación Tony Manero. Hasta aquí se han acercado breakers de Bon Pastor y el Raval. También, de Mollet, Castelldefels y Sant Joan Despí. Algunos se conocen de entrenar por el Macba. Otros no se habían visto antes. Todos vienen dispuestos a bailarlo absolutamente todo.
Mientras la banda se prepara, Miguelito Superstar, cantante de los Manero, pincha con toda libertad. Los breakers están que se bailan encima y aceptan cualquier ritmo, incluso una fumada versión dub de ‘Rapper’s delight’, la Piedra de Rosetta del hip-hop. Por ahí anda Piti Elvira, ex-guitarra de Standstill, grafitero en su adolescencia y colaborador del festival. Este año el Say It Loud crece y amplía sus sedes. No les sobra el dinero, pero van sobrados de amigos.
Potaje funk de Nou Barris
El concierto empieza a ritmo de soul, concretamente, del ‘Memphis soul stew’ de King Curtis. Lalo López, maestro de ceremonias, rebautiza el potaje soul de Memphis. “Esto va a ser un potaje funk de Nou Barris”, proclama. El baterista y el bajista prenden el fuego. El guitarra calienta la pista. Los saxos enriquecen la cocción. Y el órgano la sazona. Una decena de breakers montan el primer corro. Unos toprocks por aquí y unos footworks por allá. Un poco de breaking, de popping, de locking… Lo ha anunciado Lalo: “Se trata de que nos sintamos todos cómodos y de que pasen cosas”.
Cada vez llega más gente a la sala. Hay que abrir otra puerta de acceso. Estamos todos bien apretaditos, pero ya no hay un corro sino dos. La banda suena muy suelta, motivada por las piruetas que los breakers exhiben a sus pies. Los bailarines se crecen minuto tras minuto. Más que una competición, esto es una celebración. En cualquier rincón hay alguien improvisando un movimiento que nunca antes se atrevió a probar. Hoy todos somos algo menos tímidos. Hoy todo el mundo está bailando por encima de sus posibilidades.
El potaje funk ya está en su punto, pero todo se puede mejorar. El rapero Sr. Chen sube al escenario. También, un timbalero. Y un trompetista. Miguelito Superstar sale a cantar. Abajo, una joven venezolana se abre paso en el corro. Las piruetas son cada vez más trepidantes y aplaudidas. Euforia y abrazos. El tipo del sombrero se ha enredado en sus propios brazos y se lo han llevado al taller para repararlo. El de la camisa a cuadros rojos y negros ha rodado a tal velocidad que ha abierto un cráter en el suelo. Delirio. ¡Tremendas congas! El estribillo dice así: “Ama la vida que vives para poder vivir la vida que amas”.
La temperatura sube y sube. Suena Sly & The Family Stone y De La Soul. Suena el ‘Planet rock’ de Africa Bambaataa y el ‘Funky stuff’ de Kool & the Gang. Hombres y mujeres bailan. Latinos y negros bailan. Baila el de capucha negra, el del pelo afro, la de la gorra de béisbol, el de las rastas. Se abre otro corro. La acción pasa al flanco izquierdo. El breaker reconoce ese groove. Su cuerpo lo ha bailado mil veces, pero esta noche suena más vivo. Y él baila más vivo. La banda echa el resto y pide a los breakers que bailen el ‘Fire’ de Jimi Hendrix. Llamen al 080. Hay fuego en el escenario, fuego en la pista, fuego en la cocina.
El reverendo López pide ayuda: ‘¡Esas manos en el aireeee!’. ¡Milagro! ¡Se abre el techo del Ateneu! Cielo negro y despejado. Noche negra e histórica. Suena Sugarhill Gang, DJ Shadow y Dr. Dre. Más breaking y popping. Más piruetas y abrazos. El reverendo toca el cielo: “Hermanos y hermanas, estamos haciendo break, estamos haciendo funk, estamos haciendo Say It Loud”.
Desde y para el barrio
El Say It Loud reivindica el poder de la música como elemento vertebrador de comunidades. Frente a ese culto al triunfador tan extendido en el hip-hop, el Say It Loud abona el terreno para que surjan iniciativas de base y se estrechen lazos. Frente a los presupuestos millonarios, autogestión y economía social. Frente al festival como reclamo turístico, el Say It Loud trabaja desde y para los barrios. Aquí no hay patrocinadores, pero nadie va a echar en falta nada.
Acaba el concierto, acaba el fiestón del año, pero la noche continúa. El mayor tesoro de una sala de conciertos es tener un espacio anexo al aire libre en el que prolongar las conversaciones sin miedo a molestar a los vecinos. El Ateneu Popular 9 Barris lo tiene. Un hombre se acerca a una de las responsables del recinto y le suelta: “Os felicito. He venido desde el centro y me ha encantado el concierto”. “Y el ambiente”, remarca. Sí, él también lo ha notado. El Say It Loud trabaja para la gente, no para la ciudad-marca. El Say It Loud no genera ocupación hotelera, sino vínculos. El Say It Loud no es un escaparate, sino un vivero. Un modelo de festival que merece ya un Premi Ciutat de Barcelona.
(Publicat el 16 d’octubre de 2016).