Mujeres del delta del Besòs
Domingo soleado. La mayoría de pisos con vistas a la plaza Pau Casals tienen la ropa tendida en los balcones. Abajo, los chavales juegan a fútbol. La mayoría son sikhs. En un bar de la avenida de la Generalitat venden zumos de naranja natural a 1’20 euros. En el restaurante Capfoguer de la avenida Santa Coloma ya preparan las mesas, las tapas y el menú para la hora de comer.
Capfoguer es también una fábrica cooperativa de cerveza artesana. La cerveza rubia se llama La Popular. La negra, Hilillos de Plastilina. Años atrás, este local fue taller de la fábrica téxtil Eurostil cuyas obreras protagonizaron una sonada huelga en 1977. Santa Coloma es ciudad de autoorganización y pulsos vecinales. En las paredes del restaurante no hay cuadros de pintura abstracta ni paisajes idílicos. Hay fotos y recortes de prensa que recuerdan aquella lucha.
El sótano del edificio es hoy la sede de Ca la Sisqueta, asociación cultural de gestión comunitaria cuyos objetivos son “el ocio y el placer, el aprendizaje, la lucha y la transformación social”. Y la actividad de hoy los cumple todos. Es la conferencia musicada “Pioneras afroamericanas y damas del blues”, broche al Festival de Blues de Santa Coloma que celebra su cuarta edición. Tiene la palabra el experto en músicas de raíz americana Manuel López Poy. Al piano eléctrico y voz, Sister Marion, alias bluesero de la barcelonesa Miriam Aparicio.
Faltan sillas
Faltan sillas para todas las personas que han acudido. La media de edad es alta, muy por encima de los 50 años. Y predominan las mujeres, que escuchan con asombro las historias de Ma Rainey, Gladys Bentley, Ida Cox, Memphis Minnie, Lucille Bogan y Bessie Collin. Son mujeres que lucharon por controlar su destino en el hostil mundo del show business, mujeres que reivindicaron su homosexualidad, mujeres que limpiaban casas de millonarias, mujeres que articularon una red de venta a domicilio como la de las chicas Avon, mujeres que sufrieron malos tratos y abusos, mujeres que se casaban con 13 años, mujeres que acabarían poseyendo un automóvil y hasta un vagón de tren.
López Poy no ha venido a restregarnos su sapiencia como catedrático del blues, sino a intentar que las historias de aquellas mujeres resuenen de algún modo en las mujeres de Santa Coloma. A unas y otras las separa un siglo y un océano, pero sus relatos entran como un tiro en las retinas. Los hombres también escuchan. Algunos son músicos que han tocado en el festival estos días. El ambiente es familiar y atento. Si alguien parlotea, el resto exige silencio. Ese grupo de siete señoras alrededor de una mesa no pierde detalle. Cruzan miradas de complicidad al oír según qué anécdota. Ellas no son blueswomen del delta del Misisipí, pero son mujeres trabajadoras. Del delta del Besós.
“Perdón, me encebollo solo hablando”, se excusa López Poy, al recordar que justo ahora estaba prevista otra intervención cantada de Sister Marion. Las versiones de la pianista oxigenan la sesión y permiten respirar al público. Son la salsa de esta conferencia sobre blues, que también es una conferencia sobre supervivencia. Termina la charla y el público pide otra canción. Sister Marion accede mientras López Poy se despide de todo corazón: “Gracias por crear un espacio de cultura en unos tiempos en los que esto no se lleva nada”.
Montar un festival a los 60 años
Ca la Sisqueta ha sido una de las cuatro sedes del Festival de Blues de Santa Coloma, un evento que prueba de que no existe límite de edad para estrenarse como promotor cultural. Ángel Elvira es, además de padre Piti Elvira, guitarrista de Standstill e It’s Not Not, uno de los fundadores de la asociación Santako In Blues. Un día de 2013 se plantaron en el ayuntamiento con un plan: organizar un festival en la ciudad. “Santa Coloma, tradicionalmente, ha sido una ciudad con mucha falta de todo. Y cuando digo de todo, es de todo. Así que si nos falta algo nos lo hacemos nosotros. Es parte de nuestro ADN”, explica orgulloso este asesor fiscal prejubilado que de joven ya participó en varias luchas vecinales.
Él y sus amigos, otros enfermos del blues, se las apañan más que bien. Nono, Fede, Aleix, Pepe, Ramón, José María, McKey, José Luis, Juan… El que no supervisa amplificadores y focos controla la venta de entradas. Y el que no, aporta conocimientos de electricidad, contabilidad o blues. Este año el festival ha dado un pequeño salto fichando a una artista internacional de cierto nombre: Oneida James, la bajista de Joe Cocker. “¡La hemos llevado al mejor hotel de la ciudad! ¡El único!”, bromea Elvira. Se refiere al hotel Ibis con vistas a la B-20.
Estos veteranos vecinos de Santako han abierto una brecha cultural en la ciudad. Pero a su estilo. Para romper la frialdad de los conciertos del auditorio Can Roig i Torres, han montado actuaciones en el vestíbulo. Su objetivo es generar un clima cercano. Y este año, con un destacado protagonismo de las mujeres. No solo por la visita de James, sino también por el mano a mano de Big Mama y Sister Marion, el concierto Les Dames del Blues y la misma charla dominical.
“No queremos hacer solo blues i prou. Nos gusta formarnos”, proclama Elvira al final de la conferencia, tras preguntar al público si lo ha pasado bien. Y antes de dar por zanjada la sesión, propone un selfie colectivo con López Poy, Sister Marion y los asistentes. El blues, al final, ha sido solo una buena excusa.