El orgullo de Badia
Un adolescente con chándal negro entra en la casa de apuestas Golden Park de Badia del Vallès. Por la familiaridad con que muestra su DNI a los porteros y departe con ellos, debe ser cliente habitual. Dentro, otros cuatro chavales juegan a la ruleta. “¡Ponlo al 15!”, grita uno. Otro hombre, de unos 50 años, apuesta en silencio y con cara angustiada. “Nos han puesto un cáncer en el centro de Badia. A menudo veo a menores de edad dando dinero a los mayores para que apuesten. Y a padres de familia con multiadicciones que se gastan allí el poco dinero que reciben”, denuncia un vecino.
Cinco chavales pasan por delante de la casa de apuestas. Pero no entran. “¡Hoy rapeamos, eh!”, exclama uno. Es fiesta mayor y tras dos años de ausencia, el Festival Badia Street renace hoy en la avenida Burgos. Desde el 2010, y con un presupuesto minúsculo, ha traído a la plana mayor del rap español: SFDK, Rapsusklei, miembros de Violadores del Verso… Algún año han sumado 8.000 asistentes. Todo un hito para una ciudad de 15.000 habitantes cuyas famélicas arcas municipales subsisten con las subvenciones de la Generalitat. Badia Street es el mayor acontecimiento de la ciudad. Un evento de incalculable valor socioeducativo. Orgullo y referente, escuela y futuro, que, además, ayuda a desestigmatizar la imagen de Badia y la sitúa en el mapa musical.
Esta tarde hay pique
Ese que está en el escenario pinchando es Juan Carlos Caro. En Badia todos lo conocen por su alias: Neas. Es vecino del barrio, ‘discjockey’ del grupo de hip-hop Falsalarma y fundador del Badia Street. Un día de 1984, en el colegio La Mancha, a 700 metros de aquí, oyó una extraña frase: “Esta tarde hay pique”. Traducción: los chavales cortarían la calle, sacarían un radiocasette y competirían bailando breakdance. Así descubrió Neas el hip-hop. Hoy está en un segundo plano, lanzando bases rítmicas para que los raperos veinteañeros de Badia y alrededores compitan en la batalla de gallos.
Los concursantes más verdes caen en primeras rondas y en semifinales quedan exterminadas las rimas más tópicas. Pese a la juventud de los rimadores, abundan los guiños a veteranos como Rakim, Tupac, Kool Herc y Hablando en Plata. “Tienes menos estudios que la Cifuentes”, escupe uno. “Yo soy Kill Bill, no soy Peter Parker”, responde otro. “En Badia no votamos a Ciudagramos“, suelta ese. Chinaco está conquistando al jurado con su técnica y al público con sus odas a la clase obrera. Acabará ganando él.
Hora y media después, DJ Neas sigue en el escenario. Ahora pincha para Golden Pride y Drug Auditive, dos grupos de Badia que, además, forman parte de la asociación cultural Los Bloques Hablan, cantera rapera de la ciudad y coorganizadora del festival. Suya ha sido la idea de organizar una mesa redonda en el Casal de Joves para dotar de más contenido y valores a un evento que se había convertido en un macrofestival más. Eso sí, uno muy arraigado a Badia donde colaboraban desinteresadamente vecinos de todas las edades. “El rapero de moda va a ser mi fan”, vacilan Drug Auditive, mientras El Santo, uno de los miembros de Falsalarma, pasea con su familia por las casetas.
Y tocar el corazón
Este Badia Street poco tiene que ver con la última edición. “Morimos de éxito”, asume Neas. “Ahora queremos huir del gran formato, hacer cosas más pequeñas pero con más sustancia para que no se olvide que esto es un movimiento sociocultural. Y tocar el corazón de la gente”, añade. Mientras se prepara el siguiente directo, Neas pincha ‘A lo mejor’, de Dellafuente, y sus versos rebotan en las fachadas de los bloques. “El día de cobro que no llega y se va vaciando la nevera / Otra semana más que no comemos por ahí fuera”, recita un vecino a su pareja como si le fuese la vida en ello.
El renacido festival incluye un encuentro de pioneros del hip-hop, un homenaje al difunto grafitero vallesano Treze, un mercadillo de ropa, discos y cintas del género y un talleres para niños, pero el momento más esperado es el concierto de Falsalarma, los héroes de la comarca. En activo desde hace dos décadas, hacía siete años que no grababan disco. No podían faltar. Y ya están sobre el escenario. Como Neas, que sigue ahí arriba, aunque hará alguna escapada a medio bolo para ir a saludar a los vecinos.
Público entregado
El público recita los versos de El Santo y Titó como si fuesen parte de su vida. Los clásicos y, también, los del reciente ‘La memoria de mis pasos’. Dos amigas los corean abrazadas por los hombros. Cuatro hombres se los berrean mutuamente con agresividad empática. Y la avenida Burgos al unísono completa los que el grupo deja a medias. “Por lo vivido”, lanzan los raperos. “Y por lo que vendrá”, devuelven los fans. “Yo nací en los vestuarios”, grita Falsalarma. “Y crecí en el Baricentro”, añade el público de Badia con todas sus fuerzas. Todos saben de qué hablan. Todos ríen con orgullo. “¡Neas! ¡Neas!”, exclamará el vecindario cuando finalice el concierto y el grupo se haga el tradicional selfi desde el escenario con todo el público detrás. Neas vive prácticamente detrás del escenario, doblando la esquina por la calle Santander. Pocas veces habrá actuado tan cerca de casa. Pocas veces habrá habido tanta sintonía entre lo que se habla en los bloques y lo que se rima sobre el escenario. Pero cuando el rap deja de sonar en la fiesta mayor de Badia del Vallès, la casa de apuestas sigue abierta.