Veinte años de lucha
La plaza Josep Pons debe ser de las pocas de Europa con tres nombres. También se llama plaza Bonet i Muixí y muchos vecinos aún se refieren a ella por su denominación más antigua: La Màlaga. Así son las cosas en Sants. Y en una plaza con tres nombres no puede ocurrir una sola cosa. Un grupo de bastoners exhibe sus danzas al pie de las escaleras mientras el atronador dúo de rock feminista Meconio agarra los instrumentos. Tradición y protesta en el mismo lote. En el cartel del escenario se lee: ‘Arrelant, lluitant, creant’.
Estamos en el concierto central de los actos de celebración del vigésimo aniversario de la ocupación de Can Vies. No es una noche cualquiera. Siete años después de su último concierto, celebrado en las Cotxeres de Sants, el quinteto de hardcore Ràbia Positiva vuelve a actuar en su barrio. Son héroes locales. Ellos pusieron la banda sonora a estas dos décadas de luchas.
Meconio son una guitarrista, una batería y miles de vatios contra los estereotipos estéticos, los feminicidios y las leyes machistas. “Seamos todas brujas y quemémoslos a ellos”, gritan. En un rincón bajo el paso elevado, un grupo de migrantes que tiene ahí su casa, con colchones, cartones y carros de supermercado, se prepara para una noche movidita. Un vecino asiático vapea su cigarrillo eléctrico. Los punkies y hardcoretas del lugar aplauden. Una madre magrebí con nicab baja al suelo a su hija, que se deja sacudir por la electricidad. Una voz insiste por megafonía que no se tolerarán actitudes machistas. De ningún tipo. Hay carteles pegados por toda la plaza. No es no.
En el otro barrio
Mientras, en las Cotxeres de Sants se celebra el acto final del encuentro de Punt BCN, una asociación cuyo lema es más blanco que las camisetas que portan sus afiliados: ‘El diàleg és la relació amb l’altre sigui qui sigui’. Sigui qui sigui, a menos que sigui la activista palestina Leila Khaled, pensará la columnista Pilar Rahola, una de las ponentes. El grupo Songs From The Other Side ha preparado un repertorio de canciones de artistas ya fallecidos. Han tocado ‘Jesus to a child’ de George Michael y ahora un coro de jóvenes, todos y todas con sus camisetas blancas, se les unen en ‘Man in the mirror’ de Michael Jackson. Son una reencarnación inmaculada del programa televisivo ‘Oh Happy Day’. Escalofriante. En breve relamerán el ‘Boig per tu’ de Sau. Más escalofríos.
De vuelta a la plaza, hay gente con camisetas de Ràbia Positiva, de La Polla Récords y de muchos otros grupos de punk, pero abundan más las que reivindican el barrio de Sants. El colectivo que presenta el acto recuerda que el Sants de hoy es fruto de luchas como las de Can Vies. Ràbia Positiva ya actuó en el primer aniversario de Can Vies. También, en el quinceavo. Por eso, cuando saluden con un “Bona nit, Sants” no sonará en absoluto forzado.
“La primera consigna es: ¡acerquémonos!”, grita David Vàzquez, el cantante. Los más perezosos se quedan en las escaleras, pero la primera fila se llena de viejos seguidores del grupo. También, de nuevos fans. Hay una niña subida a la valla y un niño sentado en un altavoz. Otro, de un año, verá el concierto a hombros de un adulto, protegido por unos cascos y rodeado de tipos que se empujan entre sí mientras el grupo arranca con ‘Foc a la barraca’ y ‘A les parets’, su oda a los que escriben la historia en las paredes.
Los versos empiezan a causar efecto entre el público: endureciendo a unos y ablandando a otros. Las caras de algunos vecinos del barrio cuando suena ‘Paraules’ son un poema. Corean toda la letra con una sonrisa que no les cabe en la cara y los ojos levemente vidriosos. Hay ahí una mezcla de nostalgia y empoderamiento retrospectivo. Un colectivo “ya lo decíamos”. La electricidad ayuda, claro, pero repasar lo ocurrido estos veinte años en Can Vies, en Sants, invita a celebrar todo lo conquistado a partir de aquella rabia.
Un hito cultural
Si medimos la música por su capacidad de incidir en la transformación social, este fin de semana no ha habido concierto culturalmente más relevante que el de Ràbia Positiva en el aniversario de Can Vies. Mientras el escritor inglés Jon Savage hablaba de los días gloriosos del punk en el CCCB, este quinteto nacido bajo el influjo de The Clash y que ha acompañado de cerca las luchas de este combativo barrio, se reúne para celebrar el éxito de una ocupación.
Can Vies nació un 10 de mayo de 1997 tras una cercavila que recorrió todo el barrio. El espacio llevaba siete años abandonado y aunque su propietaria, la empresa municipal Transports Metropolitans de Barcelona, ha intentado desalojarlo, la justicia y el tejido vecinal lo han impedido. Can Vies ha programado miles de actividades, ha lanzado un medio de comunicación como ‘La Burxa’, ha acogido grupos de teatro, de diables y de bastoners y ha impulsado respuestas a las demandas sociales del barrio desde colectivos contra el paro, asociaciones de estudiantes y hasta las fiestas alternativas a la fiesta mayor. Difícil extirpar un equipamiento tan activo y arraigado.
Si en la ocupación de Can Vies de 1997 se verbalizaron proclamas hoy asumidas como “la vivienda no es un lujo: es un derecho”, las canciones de Ràbia Positiva también incluían estribillos como “Gent sense cases, cases sense gent. Com s’entén?” mucho antes de que llegase la crisis. El grupo recuerda que el colectivo okupa introdujo términos como desahucios y especulación en nuestro lenguaje y acto seguido arremete con ‘Com s’entén?’, otra de esas canciones que el tiempo ha convertido en elocuente himno de base. El público berrea el estribillo con el puño alzado y una sonrisa. Es la estampa que mejor resume el concepto de rabia positiva.
Patadas al caliu
Sants aún no arde, pero las brasas ya se están avivando. Cada vez que el cantante intenta intercalar algún discurso emotivo, algún amigo de primera fila le grita: “Canta y calla”. “Cantar y callar, qué contradicción”, responde él. Pero obedece. Y en cuanto vuelve el hardcore, la plaza se acelera. Y cuanto más se acelera, más calentita se pone. Y vuelven los empujones, las sonrisas, los abrazos y las patadas. Son codazos de euforia. Son patadas al caliu.
Dos turistas rusos se han sentado en un banco a ver el concierto. El hardcore de Ràbia Positiva es suficientemente melódico. Tras ellos, un cartel dice: ‘Turista, surt de la meva vista’. Dos chavalines con la camiseta blanca impoluta recién salidos del encuentro Punt BCN se acercan a la plaza. Están paralizados, de pie sobre otro banco, mientras la banda y el público corean: “Siempre es el pueblo el que pone los muertos”. Bromean con meterse entre la multitud hasta que sus padres se los llevan de allí. Si se hubiesen quedado solo tres minutos más hubiesen visto aparecer las primeras bengalas.
Un vecino chino se acerca a la plaza atraído por los fuegos artificiales. El cantante invita a que alguien monte otra banda de hardcore de base para seguir vehiculando la rabia positiva del barrio y señala a los más jóvenes de la plaza. Es hora de despedirse. Tiene que ser con ‘Sants es crema’, su apropiación del ‘London’s burning’ de los Clash. Es el himno oficioso del barrio. “Sants es crema com la vida de la gent / Sants es crema cada dia més i més”. La plaza se ilumina con las chispas de las bengalas. Es la escena esperada. La culminación del efímero regreso de Ràbia Positiva y la estampa que mejor resume el vigésimo aniversario de Can Vies; estos veinte años de rabia.
Después de Ràbia Positiva tocará Foam, un grupo punk con apenas un año de vida que ofreció su primera actuación en el Kaos A Sants, un festival que cada verano se celebra “en el sitio de siempre”: un parque público cuya ubicación se mantiene en secreto para que las autoridades no puedan prohibirlo. Así funcionan las cosas en Sants.
(Publicat el 14 de maig de 2017)