Barcelona

Jardines del Teatre Grec es el nombre que hoy se da a la rosaleda Amargós, y forman parte del conjunto de jardines que se construyeron en la montaña de Montjuïc con motivo de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929. Se le dio el nombre de Amargós en honor al primer arquitecto que proyectó la ordenación de la montaña de Montjuïc, y fueron diseñados por el ingeniero francés Jean-Claude Nicolas Forestier.

La misión principal de la rosaleda Amargós era conectar la gran plaza del Solstici (inicialmente perteneciente a los jardines de Laribal y actualmente espacio donde está la Fundación Miró) con la parte baja del paseo de Santa Madrona y con los palacios de la Exposición Internacional de 1929 situados en esa zona, salvando 44 metros de desnivel.

A partir de 1979, con la llegada del primer Ayuntamiento democrático, el recinto recuperó su esplendor artístico y paisajístico al convertirse en la sede del festival de verano de Barcelona: el Festival Grec.

Las trepadoras son lo primero que encontramos cuando llegamos a los jardines, justo antes de entrar: una gran buganvilla que inunda de color el muro del acceso principal, con las escaleras para subir a ambos lados.

Los del Teatre Grec son jardines muy geométricos con especies que estructuran su distribución. En la terraza rectangular más próxima al paseo de Santa Madrona, los parterres están llenos de espliego. Comparten espacio con los naranjos amargos y los agapantos y las clivias.

Los parterres geométricos están delimitados por pequeñas cercas vegetales de boj. La hiedra rellena la hilera de parterres sombreados por la pérgola, y diferentes especies de rosales paisajistas y florecientes ornamentan los parterres soleados que tapizan la gran explanada.

En la pérgola que precede la gran terraza superior hay jazmines y rosales. Los muros que encontramos al subir hacia la parte más alta de los jardines están cubiertos de hiedra y parra virgen. En la gran terraza superior destacan los fresnos, que delimitan el extremo más próximo a los vecinos jardines de Laribal, y los cipreses, algunos de gran altura, que, distribuidos por la explanada, marcan espacios y definen caminos. Un gran semicírculo de encinas espesas y altas rodea la parte superior del anfiteatro y lo separa del resto del jardín.

Encontramos dos árboles que forman parte del Catálogo de árboles de interés local de Barcelona. A la izquierda del anfiteatro hay un ejemplar de lagunaria, una especie popularmente conocida como “pica-pica” por la pelusa urticante de sus semillas. Y en el camino que comunica los jardines del Teatre Grec con los de Laribal hay un gran ejemplar de árbol del coral o eritrina. También encontramos tiestos de terracota con pequeños geranios o con helechos.

El anfiteatro que hay en estos jardines, y que actualmente les da nombre, fue construido siguiendo el modelo tradicional griego. Es obra del arquitecto Ramon Reventós. Esta construcción se hizo aprovechando la pendiente de la antigua cantera “Machinet”, que había sido explotada excavando las tierras ante un trozo de piedra inmensa y de gran dureza en un lugar donde la montaña de Montjuïc empieza a ascender.

En cuanto al edificio que durante la temporada de teatro acoge el bar restaurante, originalmente fue el Pabellón de la Música de la Exposición Universal de 1929.

Una vez hemos subido el primer tramo de escaleras, si nos dirigimos hacia la izquierda, un camino delimitado por la reja de hierro forjado que cierra los jardines y un talud lleno de vegetación nos conduce hasta una terraza que hace las veces de mirador, donde podemos contemplar unas excepcionales vistas de Barcelona.

A la izquierda del mirador se encuentra uno de los extremos de la pérgola, que cruza los jardines, dividida en dos grandes tramos a ambos lados de la escalinata. Aquí las trepadoras son las protagonistas.

Si al entrar subimos un segundo tramo de escaleras y vamos hacia la derecha, encontramos una terraza en una cota ligeramente inferior a la del mirador y que se sitúa bajo uno de los tramos de la pérgola. Es un espacio rectangular, bastante alargado, ajardinado con parterres geométricos repletos de plantas aromáticas y con naranjos amargos junto a la balaustrada que mira hacia el paseo de Santa Madrona.

Una aportación excepcional de tierras sobrepuestas para nivelar la fuerte pendiente de una antigua cantera permitió crear la gran terraza del anfiteatro que hay en la parte superior de los jardines. Se trata de un lugar de paseo y reposo que se utiliza como vestíbulo durante las representaciones del Festival Grec. Encima de la terraza hay un espacio más elevado presidido por un pabellón que acoge un restaurante durante la temporada de teatro. Delante del edificio hay una terracita rectangular con un estanque que alimenta al que se encuentra más abajo, en la terraza grande. Es un excelente lugar para ver el conjunto de los parterres.